martes, 13 de diciembre de 2016

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El bien y el mal, una dualidad del universo, siempre presente.
       
      Aprender que para ser o estar enteros tenemos que integrar toda la parte negativa y oscura de nosotros mismos es difícil de asimilar, porque casi todos crecimos con la idea que somos buenos o debemos serlo, y nada más. Pensamos que el mal y el bien no pueden existir en un mismo ser humano; sin embargo, la verdadera realidad es que en todos hay una parte oscura, de modo que aun en la máxima pureza hay un punto negro, y viceversa.

         Recuerdo ese gran libro que mostraba la posibilidad de que puede aparecer una parte muy fea y violenta en circunstancias especiales en un ser humano bueno, serio y respetable. Robert Stevenson nos presentó, magistralmente, la división metafórica entre el bien y el mal, con su obra "Dr. Jekyll y Mr. Hyde".

Es difícil de asimilar que alguien tan sobrio y confiable pueda transformarse tanto, por eso el extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde es una mezcla de misterio, terror y ciencia ficción, que se inmortalizó como la historia del hombre y la bestia. En una Londres envuelta en niebla y frío, suceden hechos increíbles que revelan el lado oscuro del alma humana.


El núcleo de la obra radica en la dualidad del espíritu humano, balanceándose entre los principios del bien y del mal, y conduciendo al protagonista a una doble personalidad mediante los efectos de una pócima científica. En una historia que no podemos negar que íntimamente nos involucra, la moraleja de este relato es que el mal está dentro de nosotros y es un “constituyente” de nuestro ser. Podemos derrotarlo, llevarnos bien con él, pero jamás eliminarlo del todo, y no debemos jugar con él, de lo contrario corremos el riesgo de que nos destruya, como al Dr. Jekyll.

Ni jugar ni negarlo, porque vemos en la realidad que cualquier persona puede cambiar tanto que hasta parece imposible; sin embargo, solo hay que ver lo que pasa cuando estamos enojados, resentidos y el odio se vuelve ira, alimentando lo peor que tenemos dentro.

Aunque en las antiguas escuelas de sabiduría ya se trabajaba el tema, porque siempre de alguna manera parece surgir en cualquier nivel de consciencia ese lado oscuro, diferencias que se dan aún en niveles altos de sabiduría, incluso entre seres humanos que buscan el bien de todos. O sea que afuera y adentro se da esa división entre bien y mal y el juego continúa.

La Psicología comenzó en cierto momento a hablar de la “sombra” (el mal), para definir los aspectos negativos y ocultos que no son en realidad siempre malos, pero que no queremos reconocer; incluso bloqueamos y reprimimos, relegándolo como algo fuera de nosotros o como una parte que no sirve y que debemos dejar de lado.

Lo misterioso es que también en lo oscuro o desconocido de nosotros mismos hay mucha luz; o sea que podría decirse que cuando una persona niega su sombra en su aspecto negativo (mal), no reconoce en él, el egoísmo, la violencia, alguna preferencia sexual extraña que desafía lo aprobado por la sociedad. Se desliga del enojo o su extremo, de la ira, de los miedos, de aquello que considera “sucio” y no acepta que experimenta envidia, celos, tendencia a la crítica destructiva.

Cuando hablamos de luz (bien), también oculta que no incluimos dentro de nosotros, por no ser conscientes de que también eso somos, hablamos de un potencial inmenso que negamos y que tiene que ver con la bondad, la alegría de vivir, la lealtad, el amor universal, una multitud de valores, increíbles habilidades en potencia e infinidad de virtudes que aún no dejamos fluir.

     El problema más serio es que, sin darnos cuenta, la energía que entregamos inconscientemente a ese lado oculto que no asumimos se consume de manera inútil y no queda disponible para poder estar más felices y también tratar de entender las razones lógicas de la existencia de los contrastes, del mal o su aparente contrario, el bien.

La sabiduría del Maestro José Marcelli con respecto a este tema es realmente especial:                         
                       “¿Qué piensa usted del mal?   -Pienso bien.
                       -¿Por qué?  -Porque sin el mal no me daría cuenta de que estoy bien.
                       -¿Cómo lo sabe?  -Porque pienso bien.
                       -¿Usted piensa que anda bien?  -Naturalmente. Si yo pensara que ando mal tendría que corregirme para andar bien.
                       -No lo entiendo.
                       -Es sencillo. El mal sirve para saber dónde está el bien. Así, se puede escoger lo que más convenga.
                       -¿Puede convenir el mal? -El bien y el mal son relativos. Lo que para unos es bueno para otros puede ser malo. No hay bien ni mal absolutos. Solamente se distinguen por contraste.
                      -Entonces, ¿para usted tampoco existe el bien?  - Sin el mal, no.
                      -¿Cómo se las arregla para andar bien sin hacerle el juego al mal?
              -En la práctica, vivo por encima de los dos como Ser, y me apoyo en los dos lo más equitativamente que puedo, para vivir bien sin apegarme demasiado a ninguno de los dos. Como humano, lo mismo me apoyo en mi pierna derecha que en la izquierda para caminar. Eso me obliga a buscar constantemente mi centro de gravedad para poder avanzar.”

Sin ninguna duda parece un juego de palabras, pero mucho se aclara con esas respuestas.
Casi podría decirse que cómo podemos amar a Dios completamente si no amamos también su lado oscuro o polaridad negativa. Lao Tse nos dice algo especial:


"El favor eleva y la desgracia abate. Conseguir el favor es la inquietud. Perderlo es la inquietud. Este es el sentido de «favor y desgracia inquietan por igual» ¿Qué quiere decir: la fortuna es un gran dolor como nuestro cuerpo? La causa por la que padezco dolor es mi propio cuerpo. Si no lo tuviese, ¿qué dolor podría sentir? Por esto, quien estime al mundo igual a la fortuna de su propio cuerpo, puede gobernar el mundo. Quien ame al mundo como a su propio cuerpo, se le puede confiar el mundo".

Casi parece sugerir que hay que amar el dolor y las calamidades como al bienestar y la buena fortuna.

Lo seguro es que el mal cuando está oculto se fortalece y cuando no aceptamos algo de lo que cargamos como contrapeso “sin querer” darnos cuenta, lo que nos produce en lugar de aceptación, claridad y fácil manejo de esa parte, es una tensión que nos quita energía; así que a veces el cansancio que aparece, el desaliento, falta de entusiasmo, tristeza, desgano por la vida, tiene que ver con el esfuerzo que hacemos por seguir engañándonos y mantener una imagen de nosotros mismos ante los demás.

Incluso es notable que en una época tan avanzada en el campo de la salud, aparezcan tantas enfermedades psicosomáticas, miedos, ataques de pánico, depresión; muchas personas viven permanentemente cansadas, entristecidas, estresadas al extremo, en crisis existencial.

Cuesta mucho esfuerzo seguir manteniendo una careta, una coraza, una postura aceptada por la sociedad. Es una de las razones principales desde un punto de vista psicoanalítico que las personas prefieren esta tensión permanente, que les lleva a una vida a medias, en lugar de enfrentarse a la angustia o el dolor de la verdad. Podemos estar así por años, porque no sabemos que la verdad, como decía Jesús el Cristo, nos hará libres. Puedo asegurar que un breve tiempo de angustia, un poco de dolor, algunas lágrimas, son mucho mejor que toda una vida opacada por la tensión y la infelicidad, capaz de llevar siempre al vacío existencial.

Así que en realidad, si queremos ser más felices, aceptar lo que tenemos como “mal” en nosotros, se vuelve una condición necesaria para poder integrar nuestra naturaleza humana y divina. Entonces se torna fácil poder controlarlo y ver cómo hacer para que no incline nuestra vida hacia lo que no nos sirve. Hacer esto significa elegir el camino hacia la luz, el bien.

Con algunas autodisciplinas que te lleven hacia lo mejor y peor de ti mismo, se puede manejar sin reprimir esa oscuridad. El resultado es seguro, pero no hay que desanimarse; solo revisar la manera cómo se usan. Son herramientas y técnicas en las que hay que adquirir destreza, para así lograr un resultado concreto. Es fundamental perseverar y seguir confiando en las leyes que mueven el universo, así es como poco a poco, en los momentos adecuados, comienzan a suceder pequeños estados de presente, de estar en paz.

Esto, para algunos que se distraen, puede llevar años, para otros el comienzo de algo ¨bueno¨ puede empezar en unas pocas semanas o meses, pero todo se acomoda tarde o temprano.

Al final, la ilusión de que estamos divididos dentro de nosotros mismos, como de la “gran inteligencia”, se desvanecerá y comenzará muy lentamente en nosotros un hermoso amanecer, que irá borrando ese estado de separación.
El encuentro con uno mismo, la alegría y verdadero propósito de cada vida, depende del esfuerzo por reconocer todo lo que somos de bueno y de malo. Esta es una elección, y depende de nuestra voluntad.  

                El cielo se llenó de estrellas luego de que se corrieran las nubes después de varios días de lluvia, en un amanecer pletórico de luna llena... Le siguió el sol que alimenta más la vida, y yo feliz en un Ashram; con tiempo para escribir y disfrutar de las disciplinas, integrando todo, aceptando todo, pues así te llevan al lugar de donde partimos hace mucho tiempo, el mismo SER…

                Gurú Constancio                              Sede Mundial  12-12-2016

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