viernes, 7 de julio de 2017

Compartiendo el Sendero 41

España 2
La 'locura' del éxtasis o el nirvana, llega a la vida de cualquier ser humano cuando se enamora de sí mismo, de otro, de cada cosa, de todo acto, de la vida… No hablo de la locura del fuera de sí mismo,  sino de  la locura del estado de centro, del presente único. Algo que no es normal aún para nuestra sociedad, muchas veces superficial. Es que cada vez que somos intensamente felices o que estamos   intensamente vivos,  pueden llamarnos locos, aunque sea como un loco bueno, pero para algunas personas no es 'normal'.


Ocurre que en realidad lo normal es lo anormal. Somos casi siempre mecánicos, un organismo con una estructura sofisticada, haciendo pocos procesos, como reproducirse, comer, trabajar, andar, y dejando casi absolutamente desperdiciado el potencial enorme que tenemos, del que aprovechamos muy poco.

Si no vivimos el propósito profundo y real para el cual nos creo la vida, no somos nada más que rutinas, personas que procesamos alimento, emociones y algunas ideas,  por donde fluye la vida casi sin conciencia.

¿Qué queda de esa manera al final de un ciclo de vida? Casi nada. La vida pasa tan rápidamente que la pequeña y esencial energía que nos sintetiza, esas partículas que guardan la experiencia vivida luego de morir, solo se lleva algunos momentos especiales, que podrían ser tantos…