lunes, 8 de junio de 2020

Comentarios 30

Parte 1

El maravilloso elemento Agua

 

Las cualidades de las virtudes perfectas en los seres humanos deben ser como las del agua. Así esta expresado de diferente manera en varias antiguas enseñanzas, que pasan en la Iniciación, de labio a oído, incluso en las Artes Marciales, “mente como el agua”, “mente como la luna”. El agua es tan generosa que a todos sirve sin prejuicios. Sirve a los humanos, a todos los planos y reinos visibles; al viento, al fuego y a la tierra. El agua sirve igual que cuando cantan los pájaros aquí en el ashram y en todas partes, aunque nadie escuche, ni se de cuenta o agradezca, el agua siempre está al servicio, en este paradisiaco planeta.

 

Somos todos los reinos desconocidos y conocidos,  mineral, vegetal, animal y el humano que contiene a todos. El reino vegetal está en nosotros por evolución y se manifiesta por el elemento agua. Cada reino superior contiene los otros reinos, el agua contiene la tierra.

 

Desde el antiguo Egipto, se aprovecha la inteligencia de los cuatro elementos para lograr un resultado extraordinario en la vida, desarrollar la conciencia y llegar por método y control de los elementos, a la iluminación. En el planeta siempre aparecen Avatares de todos los elementos, mensajeros del Ser Supremo.

 

Pero reconocemos a los elementos en occidente, por alguno filósofos de la antigüedad. En relación con agua, entre los años 493-433 A.C., Empédocles llegó a la conclusión filosófica de que la Naturaleza tiene en total cuatro elementos o raíces, que llamó: tierra, agua, aire y fuego.

Estos elementos constituyen la base material y eterna del mundo, los mismos que son puestos en movimiento por dos fuerzas primitivas que, poéticamente se decía, se denominan amor y odio, que son causa de un acontecer regular, automático y mecánico.

Luego, Hipócrates amplió esta teoría de los cuatro elementos, relacionándolos con cuatro humores (líquidos del cuerpo). Él distingue cuatro: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema (del cerebro). Todos compuestos de agua.

Considera que el equilibrio de estos cuatro humores daría lugar a un individuo saludable. Mientras que si uno de ellos predomina, se crea uno de los cuatro temperamentos:

• Sanguíneo (optimista, sociable y animado)

• Colérico (amargado, impulsivo e irritable)

• Melancólico (pesimista, triste y reservado)

• Flemático (impasible, apático y controlado).

 

Sabiendo que los cuatro elementos trabajan de forma coordinada: en el área del trabajo, los cuatro estilos se ven en sus reacciones y en sus quejas.

A alguien con mucha energía en el elemento tierra le resultará estresante un trabajo inestable e inseguro. Necesitan ser prácticos.

A alguien identificado con el agua le será difícil vincularse en forma plena con personas secas e inexpresivas o con personas agresivas. La sensación es muy importante. Necesitan fluir y sentir.

 

Alguien con mucho aire, estará ahogado si está encerrado, sin poder relacionarse socialmente. Necesitan libre expresión, “volar, flotar”.

Alguien identificado con el fuego, estará incómodo si su cargo le impide expresar su iniciativa, dinamismo, liderazgo y creatividad. Necesitan protagonismo, mostrar lo que traen.

 

El agua tiene la magia de ser completamente resiliente, y nos da ese poder que es muy importante desarrollar; además: flexibilidad, adaptación, sensibilidad, fluidez, reserva, intimidad, compasión, necesidad de vincularse emocionalmente, capacidad de entusiasmo en el servicio. También es quietud, y aquieta, inunda, arrastra y distorsiona, envuelve, protege y se adapta.

Necesitamos una tierra fértil con agua, agua purificando al agua, aire con agua o sea una mente de agua, y el agua calmando al fuego. Un cuerpo, emociones, mente y espíritu con todas las cualidades del agua.

 

Dicen que la verdad, se corrompe tanto con la mentira, como con el silencio… todo al final de cuenta es relativo. El agua se puede corromper de la misma manera que la verdad. El agua, o la emoción que no fluye y la dejamos en silencio pero obstruyéndola, pervierte todo ese mundo de armonía y de inteligencia emocional que tenemos. El agua es un elemento que debe ser liberado y a la vez también puede y muchas veces debe ser canalizado, pero nunca detenido demasiado tiempo, si queremos disfrutar de sus beneficios.

El agua y sus cualidades en la pareja, es básica en el vínculo, por eso se debe encontrar siempre la posibilidad de fluir, de hablar, dialogar, aclarar y externar lo que sentimos controlando las emociones, serenamente. El silencio de la emociones pesa con el tiempo, nos endurecemos y luego construimos barreras internas, que al final nos separan.

 

 

Lo que anhelamos los seres humanos como algo realmente que viene desde lo profundo del Ser individual, es la tan amada y escurridiza libertad. El agua como elemento siempre debe ser libre, correr; si la estancamos, detenemos, bloqueamos, se corrompe, se pudre. Eso es lo que nos sucede con los resentimientos, las heridas, el odio, los miedos, tantos diques, bloqueos, impidiendo el fluir del agua en el interior.

 

La sensación del cuerpo, de las emociones y sentimientos hacen que los seres humanos podamos percibir lo que verdaderamente necesitamos, como personas o ego, eso es en parte el agua en nuestro cuerpo y toda esa energía como 'agua' tiene una gran inteligencia, que es fundamental aprovechar, para lograr vivir maravillosamente feliz.

Claro, si le sumamos la intuición podemos ser capaces de percibir la belleza, los olores, los sonidos, el silencio, la paz, en cualquier parte y ver el propósito más profundo de nuestro Ser. El agua es la verdadera fuente de la vida, si se convierte en agua viva. El agua contiene, corre, fluye, arrastra y hasta corroe la piedra; el agua es la que siente y desea, se eleva, se solidifica, es parte de nuestras pasiones, cambia, viaja alegre o se pone triste, se puede contaminar, ensuciar… pero siempre se puede volver a recuperar, a ser pura y limpia. Esta en casi todas partes y donde está, hay mucha vida.

Esa vida, la sentimos por medio de un sentimiento, que al principio es un estado del ánimo que se produce por causas externas o hasta pueden ser internas que lo detonan, y estas pueden ser alegres y felices, o dolorosas y tristes. El sentimiento surge como resultado de una emoción que permite que el ser humano sea consciente de su estado anímico, o sea de su agua.

 

Los sentimientos están vinculados a la dinámica instintiva y cerebral y determinan cómo una persona reacciona ante distintos eventos. Neurotransmisores muy sensibles que llevan impulsos eléctricos, hacia aquello que ya sucedió, imaginado o grabado como positivo o negativo que, generalmente, esta inconsciente en nosotros.

 

El agua contine muchos recuerdos, esta todo grabado en ella y aprender a mover el agua y todos sus recuerdos maravillosos, es fácil, en una vida bien vivida, pero cuando llevamos mucho tiempo, resentidos, deprimidos, con demasiada carga de sufrimiento, realmente no podemos manejar nuestra agua y los recuerdos son una tortura.

Es ahí donde debemos trabajar el agua porque necesitamos ayunar en el plano emocional y depurarnos. Para vivir bien debemos ser auténticos y toda esa carga nos impide ser nosotros mismos. El agua, las emociones limpias, te dan la posibilidad de darte cuenta conscientemente, al entregarte esa sensación de ser tú mismo y poder fluir, confiando en tus propias fuerzas y energía.

 

Los sentimientos son esa energía que circula, emociones que determinan el estado de ánimo. Cuando estos son sanos, es posible alcanzar la felicidad y conseguir que la dinámica de la vida cotidiana y nuestra mente, fluyan con normalidad. En el caso contrario, se experimenta un desequilibrio emocional y confusión mental, que puede derivar en el surgimiento de trastornos, a los que no le damos la importancia que tienen, tales como el aburrimiento, la indiferencia, apatía y la depresión.

 

Los cambios y situaciones externas que provocan cargas emocionales determinan las características de los sentimientos, es ahí donde hay que elegir bien, lo que dejas grabado en tu elemento agua, pues las emociones pueden ser muy breves en el tiempo, pero generar sentimientos que permanecerán a lo largo de los años. Si son negativos ensuciarán todo, sin son constructivos seguirá fluyendo de manera natural y cada día con más vida.

 

Nuestra calidad de vida mejora en la medida en la que tenemos una relación positiva con nuestra propia naturaleza. Somos seres emocionales en un gran porcentaje. Debemos limpiar nuestra agua.

 

Para manejar las emociones y sentimientos, en lugar de sentirte desbordado por la ira, la tristeza o la alegría de cada momento, es recomendable tomar el control de tu centro de mando; tu mente intuitiva, desarrollando esa mente superior, la mente que observa la propia mente y las emociones. Te ubicas en un centro, hacia arriba de un péndulo, en la vida cotidiana, así puedes evitar la identificación absoluta con las emociones y sentimientos, evitar bloquearlos si son negativos y dejarlos fluir si son sanos. Puedes hacer también que tu mente provoque un cambio del pensamiento ante sensaciones negativas o desagradables y lo que siempre equilibra al agua, es la misma agua, lagos, ríos, océanos y el contacto con la naturaleza.

 

Estos 2 o 3 mil años, nos pasamos, como humanidad, demasiado tiempo esclavos del paradigma pisciano de que el dolor te lleva a la iluminación o a Dios, y el pecado, al infierno, relacionado con disfrutar de la vida, el placer y el deseo. Una frase muy antigua, que se ha usado en diferentes momentos de sufrimiento en el planeta, es sangre, sudor y lágrimas, todo relacionado con el agua. Se puede afirmar, psicológicamente, que los seres humanos hemos aprendido por dolor, pero también podemos aprender por esfuerzo y la alegría de apreciar esta vida que tenemos.

Es muy fuerte aún el peso o la gravedad del inconsciente colectivo, que nos sigue diciendo que el placer y el gozo natural eran algo a superar y eliminar porque creaba apego y el apego nos alejaba de lo divino.

Es cierto que el apego sin conciencia y sin control nos aleja del Ser, pero no es menos cierto que la alegría y el placer de disfrutar la vida en todas sus posibilidades nos lleva rápidamente a sentirnos en armonía con el cosmos y por lo tanto con cualquier idea de Dios que tengamos. Como se afirma con sabiduría por los contrastes de la dualidad, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es una elección.

 

Realmente comenzamos a morir cuando se nos apaga el deseo por algo, la pasión por la vida en todas sus manifestaciones, y es el agua la que contaminamos y hacemos vibrar con esas ideas, que nos llevaron a ser una sociedad completamente manipulable, llena de miedos, sin amor e inconscientemente infeliz.

Muchos seres humanos mueren antes de tiempo, al dejar de lado sus deseos, sueños y pasiones. Morir antes de morir, parece algo común hoy en el mundo. La ausencia de un sentido para vivir, de propósito; la apatía, el desapego a las personas y a nuestro planeta, que contaminamos sin conciencia.

 

El elemento agua es un espejo donde nos podemos reflejar, por eso es que podemos mirarnos y sentirnos profundamente entre nosotros, ya que su porcentaje en nuestro cuerpo es alto.

La base de la Iniciación es el permanente aprendizaje activo; el que no puede aprender, desaprender y reaprender es porque sin darse cuenta su elemento agua se estancó y está lleno de resentimiento, miedo, inseguridad, desconfianza…

 

Todos podemos aprender a manejarla bien. Hay que preguntarse, ¿cuidamos nuestra agua, emociones, sentimientos?, ¿paramos para disfrutar la vida? o ¿nuestras emociones son como un torrente desconocido, una creciente en un río de montaña, absorbidos por la vida cotidiana?

Nos hemos vuelto insensibles, por eso no reconocemos la belleza en este paraíso llamado tierra, el amor, el talento y la virtud en un contexto inesperado, o en cualquier persona; muchas situaciones que vivimos nos muestran que estamos  distraídos. La sensación del cuerpo por medio de un agua limpia en cada ser, es fundamental para permanecer sensibles, al maravilloso mundo que nos rodea.

 

Gurú Constancio                                             5-6-20  Ashram M. de Coatepec Ver.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario