viernes, 31 de enero de 2020

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Comentarios sobre castidad, santidad y sexualidad

Viajar por diferentes lugares del mundo, da la posibilidad de tomar conciencia de cómo cambia el concepto de algunas palabras en cada país, según la cultura y las diferentes creencias, y da la oportunidad de apreciar la diversidad del lenguaje humano, su influencia y las dificultades que se nos presentan para entendernos correctamente a la hora de comunicarnos.

Todo aquello repercute y se evidencia en las notables diferencias que existen en la interpretación de textos que son considerados sagrados, así como en Tradiciones Iniciáticas y culturas antiguas. Por eso, cuando se expresa algo, si no ponemos atención, la sociedad en este mundo globalizado nos conduce a repetirlo sin saber su significado o incluso sin saber si tiene un verdadero sentido.


La historia nos demuestra que es posible basar nuestras vidas en supuestas verdades. Sin darnos cuenta podemos volvernos fanáticos, sosteniendo y defendiendo ciegamente y sin medir las consecuencias, interpretaciones subjetivas de personas, que pueden estar completamente fuera de la realidad. Para evitar esto y ser más objetivos, resulta de utilidad investigar de dónde proceden algunas palabras y cuál es realmente su significado.

En lo personal me “hacían ruido” algunas definiciones relacionadas a los conceptos de castidad, santidad y sexualidad, frecuentemente mencionados en diversos textos de sabiduría. Me dije, ¿qué prejuicios tengo yo al respecto? Sé muy bien que algunas definiciones en los diccionarios pueden estar deformadas según la época en la que se originaron, sobre todo si se trata de palabras que tienen un papel importante en nuestra educación y que pudieran inclinarnos a pensar o actuar de determinada manera. Entonces, si cada palabra implica una pronunciación, gramática, etimología, modos de uso, sinónimos, antónimos y otros detalles finos, ¿cómo puedo interpretarla para entender su verdadero significado?. Entender la verdadera idea que quiere transmitir, tal o cual sabio de otra época.

Empecemos por indagar qué quieren decir realmente y cómo puedo comprender correctamente las enseñanzas que en otro tiempo nos dejaron Siddhartha Gautama, el Bhuda, o Jhesus el Cristo, así como otros pensadores y filósofos de todos los tiempos.

Intentar comprender de manera adecuada algunos libros que son básicos en nuestra cultura actual, no resulta tan fácil, pues muchas veces lo que quedan son interpretaciones tergiversadas o incompletas de las enseñanzas de grandes sabios que de alguna manera se relacionan con las tres palabras ya mencionadas: castidad, santidad y sexualidad, por mencionar un ejemplo.

La palabra casto o castidad, viene del latín castitas, castitatis, que significa pureza, integridad, virtuoso separado de los vicios. Si casto viene de castus que designa a todo aquel que actúa conforme a ritos, normas y principios tradicionales, ¿por qué en algunos sectores se comenzó a usar esa palabra como sinónimo de abstenerse del sexo? Claro que involucraba la actividad sexual, pero aquella fuera del matrimonio, como un acto no consagrado. En fin, nos damos cuenta cómo una palabra a la que se le cambió el significado, es usada por casi todos para designar a alguien que es una buena persona, y de quien se dice que es casto y puro si está en “celibato”, reafirmando el mensaje de que solo eres “bueno, recto y honrado” y “estás con Dios” si dejas de vivir tu sexualidad natural.

En algún momento de nuestra historia, la humanidad comenzó a pensar que alguien deja de ser íntegro, si tiene relaciones íntimas. Respetuosamente, solo puedo suponer que este pensamiento deriva de gente que ha desarrollado una obsesión negativa con el sexo, o que pudiera encontrar algún beneficio al implantarse esta forma de pensar en las personas.

Considerar la sexualidad como impura, es rebajar algo sagrado, bello y fundamental para la vida humana, y que es el medio que ha desarrollado el Universo no solo para la preservación, sino para el desarrollo de la especie, pues la mezcla genética a través de la reproducción sexual, produce "diferencias individuales mejoradas" sobre las que actúa la selección natural. La evolución es un proceso activo de aprendizaje continuo, y está demostrado que un organismo "aprende" nueva información, especialmente en un entorno cambiante, y el organismo transmite esas lecciones en su ADN a la siguiente generación para ayudarla a sobrevivir de mejor manera.

El sexo es una oportunidad para que dos organismos de la misma especie fusionen y sumen sus recursos, por eso la sexualidad es una virtud natural, producto de la evolución. Aun así, se trata de una definición exclusivamente relacionada al aspecto biológico, a la cual le hace falta sumar todo lo relacionado al gozo, el amor y la luz que puede fluir entre dos seres por medio de una sexualidad integral.

Muchas religiones y corrientes filosóficas, consideran la castidad como una virtud, pero en un sentido absolutista que va más allá del dominio de los instintos y su orientación a causas elevadas. En esas corrientes de pensamiento, se limita la sexualidad a la procreación, considerando la masturbación, el placer y la alegría de vivir que puede vincularse a la sana sexualidad, como acciones que destruyen la virtud.

Sin embargo, desde mi criterio personal, es posible para un ser humano vivir su sexualidad de forma sana y a la vez ser casto, considerando el significado del término como alguien que no tiene vicio, que es íntegro y virtuoso. Considerar que para ser casto es necesario estar apartado de todo acto sexual, que es a su vez considerado como algo negativo, representa una verdadera falta a la verdad, que va en contra de millones de años de evolución.

De igual manera, la palabra santidad también tiene elementos en su interpretación que se fueron agregando de acuerdo a los sistemas de creencias que imperaron a lo largo de la historia. Santidad es un término que procede del vocablo latino sanctitas, y describe la característica de aquel que es santo, haciendo referencia al individuo bondadoso que no tiene culpa alguna. Cualquier ser humano si se lo propone puede ser bondadoso y de hecho también un santo.

En el ámbito religioso, un santo es un sujeto que desarrolló un vínculo especial con la divinidad y que sobresale por su ética y sus valores morales. En ese sentido es válido preguntarnos: ¿Se puede tener ética y valores si se vive de acuerdo a lo que se considera adecuado, ya sea en matrimonio, en pareja o en soltería? ¿Pueden todos los humanos vincularse con su idea de Dios y a la vez experimentar una sana y feliz sexualidad?

Desafortunadamente, algunos sectores de la sociedad pretenden afirmar que conocen lo que es correcto y moral, sin embargo, la misma historia nos ha hecho darnos cuenta que las costumbres y la moral están muchas veces sujetas a creencias desatinadas. Por ejemplo, en otros tiempos y en otros lugares, se consideraba correcto llevar a la hoguera a ciertas personas, con el fin de purificarlas, así como también se han usado infinidad de argumentos para justificar guerras que hoy en día nos parecen absurdas. Asi se deberían ver las guerras actuales.

En realidad, cada individuo debe tener la oportunidad de relacionarse con su propio concepto de Dios sin ser canalizado, bloqueado o limitado, y puede llegar a ser una persona casta y santa ejerciendo de forma libre y responsable su sexualidad. Es posible incluso, gracias a la sexualidad, generar una gran cantidad de energía y acelerar el ritmo de la evolución, no solo física, emocional y mentalmente, sino en la expansión de la conciencia, o sea, en el desarrollo espiritual.

Por ello es lamentable cómo se ha relacionado la castidad como permanecer “apartado de todo acto sexual considerado ilegítimo”, para finalmente referirse a la sexualidad como impura, conduciendo a la humanidad un fanatismo extremo que daña la alegría de las personas.

A continuación, me permito presentar una enseñanza del Maestre Dr. Serge Raynaud de la Ferrière, que en sus conclusiones personales expresa cosas sobre la sexualidad que vale la pena tener en cuenta:

“Decididamente hay que recurrir a los simples principios de la psicología clásica en la cual aprendemos desde que empezamos su estudio, que existen tres clases de urgencias: El hombre, desde su comienzo, lucha por su existencia, es la Ley de conservarse con vida, es el espíritu de conservación que enseguida se manifiesta bajo el impulso de nutrirse, de alimentar su cuerpo, lo cual constituye el segundo principio de urgencia que caracteriza a la especie viviente y, finalmente, habiendo conservado su vitalidad la energía es desplazada hacia la tercera urgencia que es la sexualidad.

Así, pues, tenemos: conservación, alimentación, procreación. Un inspirar, una retención y un expirar. Es en cierto modo un sistema respiratorio (nuevamente el soplo, el elemento aire, el símbolo de la H). Se aspira la vida por todo el ser, se desea permanecer atado a este principio “de ser” y por ello no solamente se posee el instinto de conservación sino que también se tiene cuidado del cuerpo para conservarlo lo mejor posible en las condiciones requeridas para que pueda servir de vehículo y, por último, esta energía acumulada demanda una desobstrucción, un escape hacia algo que conservará la idea de preservación (ya sea personalizándose en las consecuencias de una concepción física y biológica como es por medio de un hijo, o psíquica y psicológicamente a través, por ejemplo, de una idea que se manifiesta por medio de la filosofía, del arte, etc.).

Observamos en psicología corriente que casi todos los seres reaccionan en forma semejante para conservar su vida, pero se alimentan un poco diferentemente y a su vez su psicología sexual es diferente casi por completo. En efecto, la psicología y el psicoanálisis han demostrado últimamente que las diferenciaciones entre las urgencias-tipo (conservación, alimentación, procreación) parten sobre todo de los principios completamente diferentes y particulares de los estados de alma, de las moralidades o de las disciplinas, lo cual convierte el tema sexual en el punto básico, según lo ha demostrado suficientemente S. Freud.

En efecto: las reacciones de quienes se caen al agua son idénticas el 99 % de las veces: se debaten por todos los medios posibles para alcanzar tierra firme. Para nutrirse, el ser humano difiere grandemente según sus principios espirituales o de higiene o de simple moralidad; el 50% de la humanidad es vegetariano y el 50% del mundo está todavía en el estado del hombre primitivo que se alimenta con carne animal, pero todavía en la necesidad de manutención el estado de cada quien puede ser considerado como 75% semejante en la cantidad, en el número de comidas y en la reacción frente al alimento en lo cual un buen número de gentes se comportan diferentemente, y no como en el caso del hombre que cae al agua, que observa la misma actitud dentro de un 99% de casos. Finalmente, en lo que toca a las necesidades sexuales son todavía mucho más diversas. Si la necesidad de luchar para conservar la existencia es idéntica para casi todos (por no decir que para todos), y la necesidad de alimentarse ya admite bastantes diferencias, en lo que se refiere a materia sexual, lo que es urgencia para unos, resulta anormalidad para otros.

Sobre todo hacia estas consideraciones es, pues, que todas las psicologías han dirigido sus investigaciones. La cuestión sexual se encuentra en la base de todas las psicologías (y no insisto para hacer valer el caso en materia religiosa, puesto que todas las sectas incluyendo las cristianas contienen en su base una problemática sexual).

La vida sexual ha llegado a ser un misterio para cada quien, el mundo habla de luchar por la vida, del mantenimiento por la nutrición, pero jamás del problema más importante: el sexo.

SEXO, del latín seco (yo corto, separación) expresa la idea de una diferencia de género. Esta diferenciación no existe en espíritu sino solamente en la encarnación carnal y entonces, diremos a la manera de una discípula que me escribió últimamente: “¿Deberemos procrear siempre de la misma manera?”, la idea general está limitada a poseer esta única salida. ¿Cómo aceptar el hecho de que todas las religiones protegen más o menos las relaciones sexuales haciendo vivir así al mundo en el pecado, y que por otra parte no se ofrezca una explicación más clara de otras posibilidades?

SEX hace pensar por medio de una lógica deductiva en SEIS (dejo sin comentar el “El Creó Seis”, en el principio “El Crea-Baereschit”). Dicho número SEIS (fuerzas equilibradas entre macrocosmo y microcosmo) es muy simbólico en el principio generador, aunque también podemos pensar más simplemente que tenemos cinco sentidos, cinco sentidos perfeccionados, y que el sexto se hace presente como sentido creativo.

El cruzaos y multiplicaos del Génesis no es por cierto la recomendación del acto sexual ordenado por Dios a sus hijos Adám y Eva mediante una acción normal, que engendra inmediatamente este hecho en razón de que se encuentren dos seres de género distinto. Este mandamiento es relativo más bien a (n+1) para encontrar los valores secretos de los números.

El sexto sentido, el sentido de la creación debe estar especialmente en la carne, una vez que se sabe que el espíritu es creativo. Conocemos por ejemplo, el principio que forma el “alimento proyectado”, la creación de un ser o de un objeto por la fuerza únicamente del pensamiento, ¿y por qué la humanidad no ha de alcanzar el principio de crear del mismo modo que algunos yoghis que tienen ese privilegio? La Humanidad podrá perpetuarse sin el acto sexual corriente y directo, por medio de la sublimación del ojas (semen creativo).

Existen una multitud de métodos para estos principios de creación según diferentes modalidades supranormales (estudio de laya-kriya-yoga), pero la defensa del acto sexual ante las gentes que no comprenden dicho sentido, llega a ser casi un crimen a pesar de que ven todas las deformaciones que engendran esas abstinencias. La mayor parte de los asilos de alienados están llenos de gente cuya vida sexual ha sido contrariada por la moral, la educación familiar o religiosa y el estudio de un mal llamado misticismo que no hace sino perturbar los espíritus de las almas sensibles.

La continencia sexual no debe ser practicada sino con pleno conocimiento de causa y con una meta muy definida para emplear esta energía siempre existente hacia otro objetivo que no sea el placer de los sentidos como se le llama generalmente. Está muy bien definido en la Yoga que ello puede ser practicado por todo el mundo: se ve muy mal entonces que un hombre o una mujer casada se rehusen a sus deberes conyugales, pues ellos pueden estar abstemios definitivamente, siempre y cuando conjuntamente estén de acuerdo con el fin de perfeccionar sus experiencias. El brahmacharya es la primera vía real a tomar a fin de realizar las posibilidades de la sublimación, la cual una vez cumplida, será: o una experiencia a retener formal o temporalmente, o un retorno que se elige a la vida corriente con todas las consecuencias que ello implica. Los bhautika-yoghis son los ascetas que retornan a la vida social, y que recobran las funciones biológicas llamadas normales, pero con la posibilidad de ayudar a quienes entran en contacto gracias a una energía que saben dirigir especialmente, practicando un determinado método de yoga (práctica secreta) el cual les permite no derramar la energía sexual en el acto de copulación sino por el contrario ayudar, desarrollar e iluminar.

La Santidad no ha tenido jamás nada que ver con el acto sexual, quien habla de yoga no habla de abstinencia sexual, una vida conyugal no es un obstáculo para la evolución espiritual en tanto que ella sea comprendida y organizada. Resta, sin embargo, el acto de experimentar el control de los sentidos y por otra parte la libertad del coito no engendra la necesidad del exceso, cada quien elige según sus necesidades, sus exigencias, sobre todo según la meta a perseguir, y recordando principalmente no hacer nada sin la perfecta comprensión del por qué.

Es preferible ver un ser sin restricciones y viviendo de acuerdo con la naturaleza aún en sus deseos de satisfacción animal y no ver pulular por el mundo gentes frustradas, completamente introvertidas, presentando horribles rostros de muertos vivientes errando sin placer de la vida y no encontrando más la realidad de la existencia, conteniendo sus aspiraciones físicas bajo la apariencia de un ideal místico cuya ignorancia se demuestra por la falta de serenidad”.

Fragmento de Conclusión en: Yug Yoga Yoghismo

Dr. Serge Raynaud de la Ferrière

Gurú Constancio 29-1-20120


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