miércoles, 23 de agosto de 2017

Experiencias 16

Abriendo puertas… de lo denso a lo sutil, el Ser es, en todo…

Un domingo, llegando del Ashram I. Mundial, luego de compartir un poco con los hermanos Yamines, estaba “mirando” el pasado para entender el presente, y me acorde de algunas cosas, entre otras, de un fin de semana de primavera en Villa Carlos Paz, hace muchos años, cuando era Gagpa.

Esos días había estado molesto, pues habían entrado a robar al Ashram Piedras del Sol; nada grave en realidad, pero nos tomó por sorpresa. Sacaron un poco de dinero de algunos bolsos. Seguramente fueron ladronzuelos que nadie vio y que esperaron y aprovecharon los momentos de las disciplinas. Una lección que nos dice que debemos cuidar un poco más, no perder detalle.

Sigo pensando en la polaridad de la vida en todas partes. Ese domingo llovió mucho en todo el camino desde Coatepec a Ciudad de México, lo mismo pasó esos días en el Ashram Piedras del Sol. Cada cosa cumple su función. Luego de la lluvia todo brota y se limpia, despertando de tal manera la naturaleza en todo su esplendor en ese Ashram, que me ayudaba a estar contento en cualquier circunstancia.


El 21 de septiembre de ese año fue un día de primavera fresco, despidiendo el invierno, pero con mucha alegría. Había muchos chicos y estudiantes de todas las edades. La ciudad de Carlos Paz, Argentina, estaba de fiesta, pues llegan de todas partes, todos los años, a la fiesta de la primavera.

Yo, como casi siempre, me la pasé trabajando mucho, y cuando me disponía a descansar a la noche, recibí una llamada de la policía…

-Venga urgentemente,  me dicen, no podemos abrir las celdas; se rompió la llave maestra…
- Bueno, ¿pero quién habla?
- El Comisario.
- Voy enseguida; no se preocupe.

Antes de entrar al lugar, me acomodé la ropa y la cruz; me centré, recordando quien soy mientras caminaba. Al final de todos los pasillos, me sorprendí al ver tantos chicos tirados en el suelo, sentados en un cuarto. Menores retenidos por estar en el lugar equivocado, abuso de alcohol y a veces algo más.

Me abren la puerta y entro con custodia a los cuartos de los que tal vez cometieron delitos. En realidad, no me preocupa ni tengo temor, simplemente me concentro en mi trabajo; son solo seres humanos en un momento difícil.

Me concentré en lo mío y destrabé la primera celda. Me di cuenta de que tuvieron que orinar dentro de la celda por no poder ir al baño. Claro, había hacinamiento y una atmósfera densa.

Me fui rápidamente, partí al negocio y terminé las llaves para las otras celdas. Cuando volví, había más detenidos “esperando” para ser puestos en un calabozo. Fue raro, pues el policía me pidió que abriera una de las rejas para que entraran otros presos. Entonces uno de los muchachos ahí parados me dice:

¿Vos sos del Ashram no?, mirando la cruz en mi pecho.

¿Eres Getuls o qué?  Levanté la vista, lo vi, pero no lo reconocí, parece que él sí.

Mientras trabajaba le pregunté:
- ¿Quién eres?
- Soy de Tanti.
-       Y tu nombre?
-       Soy …
-       Bien, cuídate.
- Yo no hice nada, me agarraron por nada.

Cerraba la celda para terminar el trabajo mientras pensaba: "¿Alguno de estos será el ladrón?". Qué cosa tan rara que me toque cerrar la puerta a alguien en una cárcel, y justo a mí que me gusta abrirlas. Pero en fin, cumplí con mi trabajo con tranquilidad. Abrí puertas para que algunos salieran y otros entraran, pero yo no interfería, pues cada ser vive la experiencia que necesita en su vida.

Cuando voy de salida, algunos me dicen: "¡Padre, oiga padre!", me río y les comento algo simple con amabilidad y amor. Pienso en el ropaje de cerrajero, pero con alma de Iniciado… Sigo hasta encontrar la salida. Miro a uno de los subcomisarios y le pregunto: "¿Todas las primaveras son así aquí adentro?".

- "No, la otra fue peor".

Me bañé y me fui a dormir muy cansado; en tres horas partiría para el ashram, y ese 22 de septiembre será un día muy especial para todos. Ese oficio que me dio Don Constancio Eusebio Gribaudo, mi querido padre, ha sido muy interesante. Viví algunas cosas extrañas, tristes y muchas maravillosas durante los 38 años que serví a la sociedad como cerrajero.

La Cámara y la Para-bakty estuvieron especiales. No sé si fue porque ese día acompañamos en el tiempo y la distancia, pero conectados en la esencia, al querido Maestro José Marcelli, Sat Arhat, en su día, con una buena cosecha de mas Iniciados al servicio del mundo, también porque estas circunstancias de la ciudad me hacen ver la diferencia entre el sentido y el sinsentido, en la vida real, por eso ahora estoy más  contento aún.

En ese momento dudaba entre ir a descansar con los pájaros y los lotos de la casa o compartir todo esto con la hermandad. En ese tiempo escribí la base de este compartir. Es que el contraste fue increíble, entre la celda, un cuarto, oscuro, sucio, despintado, con gente en crisis, tan valiosas como todo ser humano, pero sufriendo, agrediéndose y luchando por sobrevivir, mientras que al otro día, el interior luminoso de la Cámara; los olores, los colores, la actividad hacia el Ser con Iniciados que comparten desde el alma su vida. Sencillo, pero extraordinario. Lo interesante es que lo denso y lo sutil siguen siendo el mismo Ser, Todos pasamos por momentos difíciles y luminosos, además es real que el abismo de los momentos amargos de lo inconciente, hacen más valioza a la montaña de la  paz y la conciencia plena.

Se me hace consciente, un poco más que otras veces, que estos lugares consagrados por alguien que sabe cómo crear puentes, y cuidado por Iniciados de tradición y linaje, tienen una vibración diferente, extraordinaria y sutil y cumplen una maravillosa función a favor del planeta… También en el otro extremo, la cárcel, Dios és en todo…
         
Gurú Constancio               Coatepec Ver. Ashram I. Mundial. 7-8-17

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