lunes, 11 de julio de 2016

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Miedos, grabaciones dolorosas y amor

       Muchas veces, ver un poco estas dos vibraciones o fuerzas que se mueven en nuestras vidas se vuelve de vital importancia. El miedo dentro de la pulsión de muerte, simplemente Tánatos, y el amor, como Eros, la pulsión de vida. Así continúan esas fuerzas que las podemos conceptualizar de muchas maneras, simplemente la dualidad de esta realidad que conocemos. Pero muchas veces lo que más afecta a esta especie tan única como lo es el ser humano, es el miedo a la vida. Así que es bastante común, aunque no lo explicitemos y enfrentemos como hace falta, que sin darnos cuenta cuando elegimos algo en nuestras vidas, sin tomar conciencia de cómo se mueven, tenga más tendencia a lo negativo que a lo positivo.

Se presenta muchas veces simplemente como miedo a nuevas experiencias, a vincularse, amar, nadar, pasear, aprender, cambiar de estructuras... un sinfín de cosas que nos pueden indicar que aún nos boicoteamos en lugar de ayudarnos a vivir más plenos. Este miedo a la vida y la falta de fluir con amor se debe a veces a que nuestra salud emocional y mental está en gran parte dañada desde la infancia.

Lastimados por infinitos motivos que tiene que ver con miedos, abandonos, abusos, descargas, confusión, culpas, y algunas veces una casi total falta de amor. A menudo no somos conscientes de qué es lo que nos bloquea, de dónde parte el ataque de pánico, la soledad, qué nos da vértigo, qué nos saca de sintonía, o lo que nos provoca algún temor, y lo más importante, cómo salimos de ese estado.


En gran parte, el origen está en lo vivido e internalizado casi inconscientemente, lo que absorbimos y aprendimos de manera dolorosa cuando éramos niños, esas heridas, incluso cicatrices profundas en nuestras emociones, que muchas veces se reflejan en nuestro cuerpo y que fueron ocasionadas por nuestras primeras experiencias con el mundo, que aunque estén olvidadas, algunas incluso enterradas en nuestro preconsciente como un vago recuerdo, vivimos sin enfrentarlas.

El problema no son las grabaciones negativas, pues todos de alguna manera tenemos algunas, pero se vuelven un gran problema si no hemos podido sanar, desintoxicarnos, limpiar los nadis. Todo esto lo arrastramos como un contrapeso en nuestras vidas porque no nos damos tiempo de revisarlas, verbalizarlas, tratarlas con alguna terapia, conversarlas con amigos o arreglándolas usando una herramienta muy útil como la meditación. En realidad, aunque ahora recomendamos la meditación, muchos sistemas de superación pueden ser útiles.

Hay que afirmar que el deporte, el Yoga, las artes marciales, la música, la pintura; en realidad todas las artes y actividades humanas, nos pueden servir para ir superándonos, reconectándonos.

Enlace a una técnica de Meditación simple y práctica. http://guruconstancio.blogspot.com.es/2014/08/alternativa-para-la-meditacion.html

La psicología, en la actualidad, y la Iniciación desde tiempo inmemorial, plantean algo que se puede comprobar fácilmente apenas empezamos a conocernos interiormente: que las heridas emocionales en todo lo que somos como energía, que quedaron como experiencias dolorosas de la niñez, bloquean esos canales por donde fluye la vida, que en el Yoga se les denomina Nadis, todo nuestro sistema de neurotransmisores se mueven con estímulos que activan estas situaciones y volvemos a bloquearnos sin darnos cuenta de ello.

Es que están guardadas en el inconsciente o en leves recuerdos preconscientes, invisibles a los ojos comunes, entonces influyen notablemente y conforman sin ninguna duda nuestra tipo de personalidad adulta. Se arma como estructura psicológica y marca muy fuertemente quiénes somos como personas y cómo afrontaremos las adversidades y el gusto por vivir.

La mejor opción, aunque nos resistamos porque algo duele, por miedo a encontrar algo terrible o desconocido, es hacernos conscientes de ellas y, por tanto, es muy importante no tratar de esquivarlas o maquillarlas, pues, cuanto más tiempo esperemos a sanarlas, más profundas pueden hacerse, ya que cualquier situación, cuando somos adultos, relacionadas con ellas acentúan el problema.

El miedo a revivir el sufrimiento que nos causaron, hace que nos pongamos cientos de máscarasque solo dificultarán nuestro movimiento por la vida, especialmente nuestra capacidad de vínculo con lo humano, la naturaleza y con el Ser. Eso es, precisamente, lo que tenemos que evitar. Es ahí donde la propuesta de la RedGFU se vuelve muy útil. Muchas son las marcas dolorosas que quedan grabadas en toda esa red de neurotransmisores (Nadis); algunas de las más notables son: la soledad, el abandono, la traición, la humillación, la desconfianza, la injusticia sin respuesta, temor al fracaso y todo tipo de miedos.

La soledad, o más bien la sensación de estar solos pese a estar acompañados, es una vivencia humana de la que nadie está exento. Comienza en el momento que nacemos si no somos recibidos con suficiente amor, ya que quedamos en un estado de separación luego de salir de la simbiosis y homeostasis perfecta.

Es tan importante darles amor, alegría y contención a nuestros hijos; sin embargo, todo ello no les librará del miedo a ser abandonados. Aun con padres cuidadosos, que dan amor, ocurren para cada alma situaciones difíciles que se dan desde el exterior.

La traición es algo que de alguna manera se nos vuelve común, ya que en un planeta de seres humanos imperfectos, que nos equivocamos, experimentar que alguien nos traiciona es casi normal. Si nos pasó algo en la niñez, relacionado con esto, seguramente esa marca agrandará situaciones ahora que somos adultos y nos relacionamos con los demás. Aparece entonces el miedo a que nos fallen.

 El miedo a que los demás no nos valoren o a que nos rechacen y nos maltraten es algo que nos pasa a casi todos; emerge entonces esa necesidad de ser aprobados por los demás, lo cual puede impedir que aceptemos nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y nuestras vivencias.

Ese miedo está generalmente ocasionado por el rechazo de los padres, de la familia, hermanos, compañeros de escuela o de los iguales. Es terrible el daño que puede sufrir un niño en la escuela. El bullying tiene un resultado nefasto, impide una construcción adecuada de la autoestima y del amor propio.

Así que aparecen pensamientos de rechazo, de no ser valorado, querido, de ser descalificado, que se vuelven contra uno mismo, ya que si los demás nos descalificaron, lo asumimos como algo verdadero. Entonces no nos sentimos merecedores de afectos, de comprensión, y terminamos separándonos para protegernos” y no experimentar nuevamente lo mismo. Otra vez, hay que trabajarlo en la meditación y hacernos conscientes de cómo reaccionamos ante ciertas circunstancias, que nos activan diferentes estados emocionales. Comenzamos a perder ese miedo cuando nos valoramos a nosotros mismos, cuando nos aceptamos y nos amamos, cuando aprendemos a tomar decisiones por nosotros mismos. Si nos equivocamos, aprendemos, y si acertamos, nos afirmamos. Buscar ese centro interno es fundamental, pues ya no dependeremos de los demás para estar bien.

La humillación es una marca dolorosa que se genera cuando sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican. Podemos crear estos problemas en nuestros niños diciéndoles que son torpes, malos o unos pesados, así como aireando sus problemas ante los demás, algo que es tristemente común. Esto, sin duda, destruye la autoestima infantil y por lo tanto, dificulta la posibilidad de cultivar un amor propio saludable.

El tipo de personalidad que se genera con frecuencia es una personalidad dependiente. Además, podemos haber aprendido a ser tiranos y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector.

Haber sufrido este tipo de experiencias requiere que trabajemos nuestra independencia. Los vínculos deben darse desde las fortalezas para tener  interdependencia y seguir en libertad, también es fundamental la comprensión de nuestras necesidades y temores, así como de nuestras prioridades.

A veces notamos esta tendencia en grupos o instituciones donde hay mucha gente que hace un esfuerzo por superarse y que realmente son seres humanos que hacen un gran trabajo por los demás. Aun así se da, algo similar a una traición o miedo a confiar por diferencias que parecen irreconciliables. Todo esto también puede suceder cuando somos adultos y aparentemente equilibrados y con mucha autodisciplina, pero sin darnos cuenta que no realizamos un trabajo interno.

Esta marca o dificultad crece cuando personas cercanas al niño no cumplen sus promesas, haciendo que se sienta traicionado y engañado. Como consecuencia, se genera una desconfianza que se puede transformar en envidia y en otros sentimientos negativos, por no sentirse merecedor de lo prometido y de lo que otros tienen.

Se puede afirmar que muchas veces padecer estos problemas en la infancia construye personalidades controladores y perfeccionistas. Son personas que quieren tenerlo todo atado y asegurado, pero bajo su decisión, sin dejar nada al azar. A veces suelen confirmar sus errores por su forma de actuar, boicotean y se boicotean tanto que logran así que se cumplan sus prejuicios. Tienen que trabajar la paciencia, la tolerancia y el saber vivir, así como aprender a estar solos, pero también a delegar responsabilidades.

Las injusticias nos influyen a todos, no solo las que vivimos, siempre en la apariencia que no nos merecemos lo que nos pasa o que la vida es injusta, sumando todas las que vemos que suceden en el mundo. Sin pensar en la leyes por donde se manifiesta esa inteligencia superior. Casi es una situación que nos crea conflicto con la idea de Dios que tengamos, y de ahí el estado de separación  y desconfianza en la vida.

Se explica también ese corte emocional como un sentimiento de injusticia que entra en juego en hogares en los que los padres son fríos y autoritarios. Una exigencia excesiva, que pide a alguien algo que no está en sus posibilidades, entonces genera sentimientos de incompetencia y de inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta.

Como consecuencia, quien experimente este dolor, puede llegar a ser una persona rígida, fanática, que no admite medias tintas en ningún orden de su vida, incluso no le importa si su actuación produce caos o daña a los demás. Suelen ser personas radicales en sus ideas, que intentan ser muy importantes y alcanzar poder; de ahí que en las Escuelas de sabiduría, no desear tener ningún poder es el mayor poder, porque cuando sanamos de algo así, dejamos fluir el Ser.

Para hacer frente a estos problemas hay que lograr estar siempre en un aprendizaje activo, trabajar la suspicacia y la rigidez mental, aprender a ser flexibles es fundamental viendo la manera de intercambiar ideas y alimentar las propias con nuevas formas, con objeto de generar una mayor flexibilidad y permitir la confianza en los demás. Tener miedo, albergar algún temor, no es algo antinatural o un problema si ponemos de nuestra parte, pues este temor puede estar enseñando, aportando un aprendizaje, especialmente para que cultivemos la verdadera valentía.

Buscar el valor y la sabiduría nos ayuda a superar cualquier miedo. Como siempre, el antídoto principal para el miedo es transformarlo en amor, la fuerza creativa de la vida.

                                   Cuando el miedo aumenta, disminuye el amor y la vida, si el amor y la alegría en la vida aumentan disminuye el miedo.
                                                                                 
                                                         
               Gurú Constancio                                                México Toluca 9-7- 2016

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