martes, 22 de octubre de 2019

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El Fuego Sagrado

“La época de la creencia ciega ha terminado, el género humano demanda comprender…”
-Maestre Serge Raynaud de la Ferriere


Sin pretensiones de nada, habiendo aprendido de muchos y tomando lo que mi consciencia comprende hoy como una realidad, comparto algo de la función y el sentido del Fuego Sagrado, para todos aquellos interesados en conocer de qué se trata.


Desde tiempos remotos, en todas las culturas y religiones se ha tenido un gran respeto al Fuego Sagrado. La reverencia que tenían hacia este elemento, era mucha y los antiguos consideraban que incluso era perjudicial arrojar algo sucio al fuego y señalaban que no debía apagarse con agua, sino con arena, pues al extinguir la llama con agua o aire (soplándolo) se ponían en pugna a los elementos y con ello se quedaba expuesto a esas emanaciones. A pesar de aquellas consideraciones, se hablaba aún de un fuego que podía estar a nivel del suelo, diferente todavía a la función que cumple y representa el fuego en lo alto.


De igual forma se afirmaba que, si se apagaba el fuego en el poblado era un presagio de infortunio, pues aquello podría traer consigo la extinción de los habitantes. En caso de apagarse, era necesario volver a prenderlo enseguida, llamándole a aquel fuego “llama eterna”, la cual debía permanecer siempre encendida, aunque difería del concepto de fuego eterno del infierno que consideraban algunas religiones. El fuego podía cumplir las dos funciones.

Plutarco, quien fue un filósofo del año 60 D.C. y uno de los últimos representantes del helenismo, así como una de las figuras más importantes de la literatura de todos los tiempos, nos habla de la naturaleza secreta del fuego, expresándolo como un ser viviente y reconociendo que el fuego tiene además de vida, inteligencia. De los cuatro elementos que los antiguos respetaban por considerarlos los elementos creadores de la vida en el planeta y raíces de la Creación, Plutarco coloca en primer lugar al fuego, seguido por el aire, el agua y la tierra, expresando que el fuego, como elemento primario, y la llama, son hermanos y que, debido a su parentesco, no pueden extinguirse juntamente.

"El Fuego se alimenta de su propia llama...” afirma Plutarco, y es de gran importancia comprender esta enseñanza para darnos cuenta de que el ser humano es poseedor en su interior de su propia llama, el anima con necesidad de volver a la fuente y si nosotros elevamos esa llama y la utilizamos en favor de nuestra evolución, estamos estableciendo una comunión con lo esencial. El alma es la que alumbra realmente, por eso el cuerpo físico no podría hacer nada sin esa luz interior, sería un cascaron vacío.

En términos técnicos actuales, el fuego se puede definir como el conjunto de partículas o moléculas incandescentes de materia combustible, capaces de emitir calor y luz visible, de acuerdo a su intensidad, y es producto de una reacción química de oxidación acelerada. Se muestra en el triangulo del fuego, los elementos necesarios para que se produzca la combustión. Es indispensable que estén presentes los tres elementos señalados para que un combustible comience a arder.

Pero hay mucho más que este fenómeno químico, y su naturaleza en lo sutil e invisible, depende de cómo se encienda y la función que le entreguemos a ese fuego a través de nuestra intención.

Dentro de la Tradición Iniciática, síntesis de la sabiduría de todos los tiempos, se respeta y se usa el fuego en diferentes actividades como un puente hacia lo superior, especialmente en la Teúrgia.

El fuego es el elemento que eleva a lo más sutil prácticas como la meditación o el Ceremonial y acompaña todo lo que se vive durante un ritual: mantras, mudras, ruegos, silencios, plegarias, entre otros. Encender el fuego es comenzar a conectarnos con el amor en nosotros mismos y reflejarlo hacia afuera, volviéndose un puente entre lo que puede decirse y verse y lo que no puede verse o expresarse.

El fuego es de alguna manera el camino por donde transita nuestra capacidad de experiencias conscientes, desde las más densas de la vida humana hasta las más luminosas del Ser. Igual que el carbón se transforma en diamante debido al calor y la presión, el fuego transforma y lleva al humano a “cristalizar” su alma y convertirse en una partecita consciente de Dios.

El Fuego Sagrado es la llama de la consciencia universal y el pequeño cuásar presente en un lugar, que se convierte en un vínculo entre lo humano y lo Superior, ayudando también a sintonizarnos con las consciencias ¨vivas´ de los seres humanos iluminados. De esa forma, sirve a las personas que buscan la experiencia de unidad, con el fin de lograr una conexión con su propia idea de lo Sagrado.

El Sol es el centro de nuestro Sistema Solar y es su fuente, su dador de vida y energía. La contraparte humana del Sol Celeste es el Sol Terrestre, que se encuentra en el plexo sacro y corresponde al élan vital o kundalini, es decir, la fuente de energía en el ser humano, la libido que contiene la fuerza, la Shakti, la vitalidad individual. De ahí podemos afirmar que encender y mantener un fuego en un lugar, sirve para reafirmar de forma consciente la relación entre la fuente de energía superior y la inferior, pues representa la chispa espiritual viva y visible, símbolo del Sol en la Tierra, la misma que se renueva cada año en un ritual profundo y especial de renovación del fuego.

El ritual del fuego nuevo celebrado cada año el 22 de junio, es un acto sencillo y trascendental que nos pone en contacto más conscientemente con la energía de nuestro Sol. En él se solicita permiso para renovar y revivir el Fuego Sagrado que habita en cada uno, y se enciende un fuego ritual al amanecer, transformándose en la presencia de la sustancia de Unidad.

Se trata de una liturgia de síntesis, que simboliza la renovación del Pacto Solar entre el ser humano y el Ser Universal, a través de asumir con libertad la responsabilidad de los Iniciados Reales, trabajar por el desarrollo de la Conciencia en todos los Planos, poniéndose al servicio de la vida y de la evolución. Toda persona que guste, puede servir y trabajar por el desarrollo humano en el planeta y hacer este pacto. Ese fuego es mantenido vivo, cuidado y alimentado todo el año en cada Ashram y Sedes de la RedGFU en el mundo.

En Machu Picchu, durante la fiesta tradicional del Inti Raymi, antes de renovar el fuego en el Amarre del Sol se apagaban todos los fogones, simbolizando la “muerte del Sol”, al ser el momento en que el astro rey se encuentra más alejado de la Tierra, lo que se conoce como afelio. Para encender el “fuego nuevo”, tradicionalmente se utilizaba un espejo cóncavo de oro con la superficie tan pulida, que permitía concentrar los rayos del sol para reflejarlos sobre un poco de lana de camello y así encender una llama que, una vez avivada, se repartía desde una fogata a todos los fogones.

Actualmente en la RedGFU y la Orden Iniciática del Acuarius, además del Kumba-Mela que se realiza cada 12 años, el 22 de junio de todos los años en los Ashram, lugares sagrados de esta Era, salimos de las Cámaras Secretas y formamos un círculo para que así, el designado para el ritual de renovación del Fuego solicite permiso para prender esta llama al aparecer el primer rayo de Sol.

El Fuego Sagrado usado con este sentido, es el germen de la nueva humanidad, y constituye la verdadera imagen de la Inteligencia Superior, por lo que su presencia adquiere una magnitud de gran profundidad. Así como los planetas nos influyen por medio de su radiación, es decir su astral, no es solo el Sol físico el que alumbra a nuestro planeta, sino que la energía, luz y sustancia espiritual que emana el Sol, es la que anima y da la vida.

Si un ser humano logra un poco de luz en su estado de consciencia, debe compartirse y nunca mantenerla oculta, el fuego representa ese fluir de energía, del cual todos pueden beneficiarse. La CIRCULACION DE LA LUZ es un fenómeno universal que se da en todas partes. Desde el principio del Universo, todo es luz: a nivel subatómico, en los campos cuánticos, en el movimiento incesante de los electrones alrededor de su núcleo, en los organismos vivientes de toda clase, en los sistemas solares y los Universos, en la función de nuestras células y neuronas, que son las chispas que generan los pensamientos, y en cada rincón de la existencia.

El fuego, usado con la intención adecuada, ayuda a la evolución de la Conciencia, desarrollando la mente superior que nos lleva a percibir la realidad invisible de lo esencial y trascendente de la vida, y ayudando a la circulación de la luz tanto en el recinto donde se encuentre, como en las personas, en concordancia con el significado profundo y oculto de las siglas en latín I.N.R.I.: "Igne Natura Renovatur Integra", es decir, renovación de la naturaleza a través del fuego.

Si va a encenderse un Fuego Sagrado, la mecha y el combustible que se utilicen, deben recibir cuidados y mantenimiento. De esta manera surge la figura del guardián del fuego, que es la persona encargada de vigilarlo y cuidarlo para que no se apague. Desde siempre, se enseña que el Fuego Sagrado debe ser cuidado, no solo por el valor intrínseco que ello tiene, sino por su relación con la evolución consciente del ser humano.

Debido a que también se ha considerado al fuego como una expresión del ser interno en los seres humanos, puedo afirmar que muchas veces el comportamiento de ese fuego coincide con el estado de las personas en el lugar. A través de los años, he visto en diferentes lugares fuegos que parecen ser extinguidos por algún tipo de ¨fuerza¨, haciendo que todo el recinto se llene de humo negro o incluso provocando un incendio al caerse. Aquello es en realidad producto de las tensiones generadas en el lugar por fuerzas que se contraponen, así como el ajetreo de la vida cotidiana o descuidos simples, como dejarlo sucio, la mecha corta o demasiado larga.

Sin embargo, si esto ocurre, es importante recordar la capacidad del fuego de transformarnos, limpiarnos, renovarnos y protegernos, por lo que conviene calmarse y reflexionar qué ha pasado, para buscar la manera de sanar y liberar esa fuerza negativa y hacer surgir su contraparte positiva para que vuelva a vibrar esa expresión cósmica en el sitio, encaminando todo hacia la calma y la luz. El fuego reacciona al estado interior de las personas, a las circunstancias del sector y puede ser un indicativo de aquello que se ha descuidado y debe mejorarse o que todo va bien al darnos cuenta que fluye cada vez más luz.

Lo maravilloso de encender un Fuego Sagrado, es que realmente “prendes una luz en la oscuridad”, y no se refiere solamente a la oscuridad de la noche, sino a la oscuridad como analogía de la crisis y la negatividad. El fuego emite luz y esa luz impregna no solo el espacio físico, sino que lentamente crece tu Fuego Sagrado interno.

El fuego sirve también como protección del hogar y como purificación de un espacio en particular que deseemos destinar como santuario. De la misma manera en que el fuego protegía hace miles de años a los primeros seres humanos contra todo tipo de alimañas y animales peligrosos, actualmente limpia y aleja la vida elemental negativa, atrayendo más luz y permitiendo que la energía circule. Su función externa e interna es PURIFICAR, similar a la función del incienso y de la aspersión del agua hacia los cuatro puntos cardinales.

Recomiendo colocar el fuego por encima del nivel del suelo, lo ideal es que permanezca a la altura de nuestra vista o incluso un poco más alto. Puesto en el lugar adecuado, al oriente y donde se pueda ver desde todas partes, representa imparcialmente lo divino en cualquier templo o recinto sagrado.

El Fuego Sagrado entraña la acción interna del elemento fuego. La verdadera identidad de cada ser auto-consciente es innatamente la llama, que en la atmósfera de la Tierra tiene la tendencia a elevarse, lo cual ilustra la acción natural de la llama de regresar a la fuente de donde vino.

Dependiendo de la virtud e intención con la que la que se lo “carga”, será la actividad y el servicio que el fuego va a prestar. Así como puede ser un fuego destructor, hay una actividad de Servicio Cósmico que puede cumplir y que es sagrada; se puede expresar de muchas formas: como fuente de inspiración, vínculo con el Ser, protección, sanación, misericordia, justicia, iluminación, fe, confort, amor, libertad o cualquier otra virtud y actividad que consideremos divina.

Se estudia en la enseñanza Iniciática que la cualidad y el poder de la luz del Fuego Sagrado está dentro de cada electrón. En un instante dado, puede activarse esa llama inmortal dentro del corazón, y con la fuerza de esa llama podemos tomar consciencia de que somos en realidad partículas de estrellas y gozamos de Vida Eterna, y que la vejez y la muerte son tan solo una ilusión.
Basta concebir el núcleo central de los átomos expandirse, con los electrones girando alrededor de ellos, descartando las sombras, las cuales son luego, transmutadas en la Llama.

Debido a las tres actividades básicas del elemento fuego: transmutar, crear y sostener, es posible sanar el alma y comenzar a sonreír a la vida, de tal manera que la vida comience a sonreirnos de regreso. Como ya lo expresé una vez, veo un mundo en el que cada vez más hogares y recintos, tengan encendido un Fuego Sagrado, con seres humanos más conscientes en busca de lo mejor de sí mismos.

Gurú Constancio.
Ashram Mundial de Coatepec, Veracruz.
22-10-2019

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