domingo, 24 de enero de 2016

Navidad cristiana y acuariana

Navidad Acuariana, 18 de enero de 2016, Ashram El Paraíso, Colombia

           Este 18 de enero ha sido una fecha muy especial en todo el mundo, no solo para el mundo acuariano de la SOA sino para la humanidad en general, pues se ha celebrado en 5 continentes el centenario del nacimiento del Doctor Serge Raynaud de la Ferriere, el Maestre Avatar, el Mahatma Chandra Bala; onomástico que nos ha favorecido a todos, dada la fuerza que ha tomado por las actividades realizadas en muchos lugares desde hace varios días, que se une a los eventos que vendrán en los próximos días para enfatizar y dinamizar el egregor del espíritu acuariano. 

En este magno acontecimiento y al unísono con todos los Ashram del mundo, es de destacar los trabajos de Cámara en el Ashram El Paraíso, Colombia, a nivel del segundo grado de iniciación Real, trabajos realizados por 18 miembros reconocidos como miembros de la jerarquía acuariana, justamente el 18 de enero. 18 seres humanos de la más alta disposición y calidad espiritual y humana, que atendiendo a los conocimientos de la ciencia cabalística por reducción guamétrica da nueve (1+8=9), número clave en la Magia Blanca, La Teúrgia. Dichos trabajos estuvieron acompañados espiritualmente desde el exterior del recinto de la Cámara de Iniciados Reales por mucha hermandad que vibra con el espíritu de la nueva era, en las prácticas de las disciplinas de Ashram. Se esculpió en los rostros y comportamiento de los asistentes a esta celebración el agradecimiento al Doctor Serge Raynaud de la Ferriere por su aporte incondicional al establecimiento de los principios que van encausando los derroteros de la humanidad a medida que el sol va desplazándose por la constelación de Aquarius. Conocimientos y prácticas transmitidas por este sabio tan especialmente llegado a nuestro planeta, que por su gran obra y la herencia viva en sus discípulos y los discípulos de los discípulos, han recibido los beneficios y lo seguirán haciendo con mucha más profundidad y sutileza con el paso del tiempo, en el período denominado por los eruditos orientales como el Sathya Yuga o era de luz. 


       Tantos siglos, si lo vemos desde la antigüedad, cientos de años de sabiduría y los seres humanos parece que poco a poco vamos aprendiendo a identificar la verdad que fluye a lo largo y ancho de nuestro cosmos, esa realidad donde todo está encadenado, trabaja y evoluciona siendo uno… en todo. Los tiempos de comienzo de año para algunos es algo indiferente, para otros solo algo superficial y para muchos, cuestión de fe, pero lo cierto es que el egregor que fluye es diferente al resto del año a partir de la navidad del mundo cristiano, el 24 de diciembre, hasta la navidad acuariana, el 18 de enero, fechas en que se celebra el advenimiento del Cristo, el Mesías. Dicha influencia cósmica nos impulsa a evolucionar desde el Sol, impulsos de orden energético que  están más acentuados por la fuerza Crística que en el resto de los meses del año. Por estas razones la navidad (natividad, nacimiento) es algo tan especial para todo el planeta, y muy especialmente para el hemisferio occidental en donde la potencia del Cristo Alcanza su mayor expresión dada la posición del sol frente a la constelación de Aquarius. El día del solsticio de invierno para la latitud norte del planeta, el 21 de diciembre, y luego el 24 de diciembre sumado al emplazamiento de los componentes planetarios del sistema solar va acentuando la influencia y la vibración es de connotaciones especiales, lo que hace que la identificación del ser individual con el ser total sean más fácil de lograr. El universo como pura energía es expresión en forma de materia, como energía que mueve, recrea, invade, alimenta e ilumina todo, por medio de esa infinidad de partículas que son el Uno y emanan del “principio primordial”, en una unidad increíble con múltiples posibilidades, en lo que vemos y en lo que no vemos.

           El espíritu de la navidad cristiana y acuariana empuja a percibir el ser en forma más profunda y a lo que nos une en este plano de manifestación, el amor. Y, en este sentido, algo que puede ser muy notable es la posibilidad que surja de nuestro corazón sentimientos constructivos si logramos afinarnos con la principal fuente de energía de este sistema solar, el Sol. Al sintonizarnos con el espíritu de la Navidad, esas fuerzas que dan vida alimentan nuestro espíritu. La navidad es un tiempo propicio para reconciliarse con alguien, perdonar y ser perdonados, limpiar el resentimiento, arreglar el pasado para estar en paz en el presente, amarnos en otro nivel, el nivel de la existencia, donde todos somos parte del SER. La navidad es el tiempo de dar lo mejor que tenemos en el corazón; tiempo de aprender a no “mirar” a otro ser humano como si estuviera más arriba de nosotros o como si estuviera debajo de nosotros, a no ser que lo estemos ayudando a levantarse. Tiempos de lograr unir en un conjunto armónico a todo tipo de instituciones que trabajen por el bien común, sea de la línea que sea, pues todos, sin excepción somos valiosos y tan hijos del Cosmos como cualquiera.

           En todos los tiempos hubo y hay seres humanos especiales que nos señalan el camino hacia una humanidad cada día más sabia y feliz, a pesar de que en apariencia así no sea. Se trata de los mensajeros cósmicos, los enviados. Algunos de los más importantes para el planeta, como Ram, Krishna, Jhesú (Jesús), Siddharta Gautama y Bodhidharma, quienes personificaron y lograron hacer fluir a través de ellos esa conciencia sublime, la consciencia Crística o Búdica, la expansión de la mente en un nivel más sutil empujada por el crecimiento completo del alma. Pero hay, hubo y habrá muchos iluminados capaces de entregar algo especial a este planeta. Uno de esos seres humanos es el Dr. Serge Raynaud De La Ferriere.  Por eso su obra cobra cada día mas fuerza, más vida, no sólo en los personajes que están adscritos a su linaje Iniciático, sino en todos los seres humanos de las distintas razas, creencias y clases sociales. Un agradecimiento a ese gran ser humano, al hijo del hombre como se diría en la teología cristiana. Una invitación muy especial a aprovechar su obra sin adorar al personaje.

Un abrazo y bendiciones, Gurú Constancio Gribaudo.

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