jueves, 11 de junio de 2015

Experiencias 9

                  Desde la mente superior en lo humano, conectada con el ser que somos, el perdonar es un acto de amor espiritual hacia nosotros mismos.
El Perdón
Mucho se puede hablar sobre el perdón, y cada uno tiene y tendrá una visión de esta mágica palabra, por eso solo se trata de compartir las simples experiencias de la vida, respetando todas esas maneras de entenderlo y vivirlo.
El perdón es algo que nos cambia la vida totalmente. En realidad, es fundamental aprender a perdonar y también, de alguna manera, ser perdonados. Lo que nos está faltando en la sociedad es este gran aprendizaje, en todos sus aspectos y en todos sus sinónimos: indulgencia, misericordia, clemencia, compasión, piedad, tolerancia benignidad, caridad, condonación.
Pero perdonar es un proceso que necesita autoestima y mucha valentía. Por eso, si fuéramos realmente conscientes, todo lo que acumulamos en nuestra 'agua emocional', cuanto conservamos en nuestro cuerpo físico como tensiones musculares; cuanto influye en nuestra mente lo que guardamos como rencor, broncas, resentimiento, porque no 'perdonamos ni nos perdonan'; trataríamos de aprender a perdonar lo más rápido posible.
Además de muchos, los sinónimos del perdón, recomendables para la vida, se relacionan cualidades y valores humanos que necesitamos recuperar y resaltar, entre ellos, la humildad y la lealtad. La humildad de saber expresar una disculpa y tener la fuerza de pedir perdón a los seres que pudimos haber dañado, o por errores cometidos; además de que aceptar el haberse equivocado es de sabios. Al mismo tiempo, esto le da la posibilidad al otro de comenzar a sanar una herida y hacer su propio proceso de perdonar.

La lealtad en las relaciones, por todo lo que significa, por el respeto y responsabilidad por el otro, a la palabra empeñada; la capacidad de vincularnos sanamente, especialmente con familiares y amigos, ya que nadie es perfecto y todos fallamos en algo, son necesarios e imprescindibles para mantener relaciones de altura que nos dignifiquen.
Si fuéramos leales en las promesas, en las relaciones de pareja, negocios, amistad, entonces sería más fácil perdonar, pues la lealtad es un vínculo profundo con el otro, que nos ayuda  a superar nuestras propias resistencias a crecer y condonar.
En las Iniciaciones primitivas, todavía vigentes, la lealtad se afirma con pruebas de resistencia al dolor y miedo a la muerte. Pero son otros los valores de la lealtad en la actualidad que se complementan con el perdón. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que existen conceptos místicos sobre el perdón que parecen minimizar la lealtad, y no es así; humildad y lealtad son fundamentales en un camino de superación personal hacia la iluminación.
En todas partes se habla del perdón y, por ejemplo, Moisés decía que la venganza no pertenece a los hombres, sino a Jehová, esto así de simple de dejarle al universo el desquite, nos alivia notablemente.
En aquella época se expresaba también que Jehová es la Ley y que la Ley se cumple siempre, cobrando ojo por ojo y diente por diente. Hasta que Jesús con un amor fuera de lo común abolió la ley del talión y perdonó hasta a los que lo estaban crucificando, porque no sabían lo que hacían, y cambió muchas cosas con su extraordinaria capacidad de amar por encima de sí mismo.
Entonces se fortaleció dejarle a una inteligencia superior la justicia y la misericordia. Todo esto no significa no defenderse o dejar que abusen otros seres humanos, es simplemente comenzar a parar todo lo que nos estamos haciendo como humanidad, generando cada día más violencia en la familia y en las calles, al seguir una cadena de sucesos que van dañando a unos y a otros simplemente por lo que nos hicieron de negativo a nosotros.
No es lo mismo perdonar que ser perdonados. La persona a la que te niegas a perdonar, si no está muy cerca en general no es más infeliz, ni sufre las consecuencias de tu falta de perdón. El perdonar nos alivia a nosotros, especialmente a nuestra alma, pero también nos libera de las dosis de veneno que diariamente le damos a nuestro cuerpo por mantener resentimientos, broncas, odios, heridas que no sanan. Además debemos saber que al que es perdonado, no le bastara ese solo proceso. Desde esas grandes enseñanzas de Hermes: “Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley”.
En definitiva, cada uno tiene y tendrá lo que se merece por las fuerzas que mueven este universo conocido. Ahora en los niveles de la ciencia se sabe que toda acción tiene su reacción, que toda causa produce un efecto y que la unidad se mantiene en la diversidad, en parte por la equidad, en esa conciencia de unidad o inteligencia superior como se le llama científicamente, hay que aceptar que independientemente de la intención de quienes promueven las causas, lo que generamos regresara de alguna manera.
Por eso el perdón es bueno para el que perdona, pues lo desliga de la venganza, que le atraería más problemas, enfermedades y sufrimiento, pero no lo es para el que es perdonado, pues su mala acción sigue vigente y tarde o temprano se convierte en lo que llamamos mal destino y 'mala suerte'. Cada quien es responsable de sí mismo y lo que nos sucede, aunque a veces no lo entendemos, casi siempre es algo que sembramos en nuestro pasado.
Como lo indican los sabios de todos los tiempos, el pasado produjo un futuro que hoy es nuestro presente y nuestro presente está haciendo un futuro que se convertirá en un nuevo presente. Nuestro pasado en lo bueno y en lo malo, tuvo su razón de ser y al aprovechar todo lo que pasó, tenemos más conciencia para vivir con sabiduría, es que hay que aceptar que aun los seres humanos insistimos en aprender solo por dolor. La Iniciación propone otra posibilidad, la del esfuerzo.
Para este aprendizaje de perdonar y de sanar por dentro en tantos detalles que pasaron por nuestra vida desde la infancia y que de alguna manera tiñen nuestro presente y arruinan el vínculo con nosotros mismos y los demás seres humanos, incluso la manera de apreciar la naturaleza y disfrutar de este paraíso donde vivimos. Por eso se necesitan herramientas, una de ellas es la  meditación. Cuando hablamos en este nivel de práctica de meditación se entiende como el proceso de autoconocimiento.                                      
Experimentar el estado de meditación es difícil al principio; decir que es fácil meditar seria mentirnos. Pero es posible comenzar a practicar cualquier estilo de meditación, aun desde la primera vez, algo que nos ayude a observarnos y comprender estas situaciones en que guardamos rencor por alguien o algo. 
Lograr limpiar viejas y a veces recientes vivencias que nos llevaron a odiar o sufrir. Seguro representa tiempo y su esfuerzo, pero lo bueno es que cualquiera puede lograr resultados si sigue el método correcto. Al encontrar lo que nos daña y todo lo que implica la necesidad de perdonar, solo hay que compartir todo eso con un amigo, alguien de confianza, ni es necesario si no se está listo, acercarse a la persona que nos dañó.
Además, hay que ir sumando pequeños detalles importantes, como realmente querer perdonar y empezar a desarrollar la capacidad de resiliencia, que así como la tienen los metales, está en nosotros y solo es cuestión de rescatar esta cualidad potencial en los seres humanos o desarrollarla. Vemos claramente cómo podemos regenerarnos en una herida, como un hueso suelda y se reconstruye, y nos olvidamos que esa posibilidad está en todos los niveles de la persona, emociones y mente. 'Desfragmentar' lo que somos como persona y conectarnos a  lo que somos como seres.
En el perdón la podemos aplicar como  la capacidad de volver al estado natural, especialmente después de alguna situación crítica e inusual que nos cambio lo que éramos.  También volver a lo que teníamos en un vínculo con el otro antes de sentirnos heridos, enojados, resentidos. Podemos rescatar el amor y recuperar la alegría y la confianza.
Las emociones pueden ser muy dañinas, como la tristeza, la humillación, el rechazo, la decepción… Observarlas es fundamental, pues hay sentimientos, emociones fuertes atrás de un enojo, que hacen que no podamos perdonar. Buscarlas en la meditación y reconocerlas es fundamental para lograr limpiar el rencor y perdonar de verdad. Además, es importante aceptar nuestras fallas, buscando en nuestro interior examinando cuán responsable somos por lo sucedido, esto sin inventarse culpas, solo para reaccionar con conciencia y  aprender a perdonarse a sí mismos, así luego perdonar a los demás. El que aprende a perdonar también sabe perdonarse las propias debilidades y errores y eso que lo lleva a superarlas.
Todos enfrentamos situaciones dolorosas que nos generaron resentimientos, nos desmotivan, nos parecieron absolutamente injustas, a veces un accidente nos lleva a alejarnos del resto del universo fuera de nosotros que no ayudo o no auxilio… o de cualquier idea de Dios o lo sagrado que tenemos, pero las personas que logran reciclar eso, son capaces de ver más allá de esos momentos. ¿Por qué pasó? ¿Qué nos enseña? y ante las dificultades continuas, en lugar de enojarse con el mundo, buscan una salida. Esto es importante, pues para aprender a perdonar hay que perseverar en un trabajo con uno mismo y todo se puede superar.
Así podemos asumir una crisis como una oportunidad para generar un cambio, aprender y crecer. No podemos hacer esto si no perdonamos y para pensar que lo que sucedió no viene solo de afuera, debemos pensar en el principio de causa y efecto. Todo pasa por algo para que asimilemos o para que nos fortalezcamos. Además aprendiendo a vivir el presente surge la conciencia de que nada es eterno y el futuro dependerá de nosotros, especialmente por la manera y la actitud con la que tomemos las cosas.
Perdonar no significa olvidar por completo. Hay heridas que seguramente nunca se podrán olvidar, además, en una herida profunda seguro queda cicatriz o alguna llaguita, pero lo más especial de perdonar con el alma que somos, más allá de la persona humana que también somos, es que de esa manera, no seguirá interfiriendo en nuestra vida y así podremos vivir el presente sin aversión a nada.
Ya que toda la vida en el planeta está hecha de la misma energía y materia estelar, al perdonar, nos perdonamos a nosotros mismos en el otro y sin ninguna duda liberarnos de toda esa 'carga' nos deja en un estado de alegría, de paz, de integración, de confianza en la vida, que nadie debería de perderse de experimentar.
Otro detalle que no hay que olvidar que es un triste legado de siglos anteriores, es que a veces el culto al dolor y a la pulsión de muerte que tenemos (inconscientemente), hacen difícil soltar el odio y el sufrimiento por lo que pasamos en la vida, eso nos deja rígidos, estereotipados en un estado negativo.
Ahí viene el trabajo con diferentes técnicas del sistema yoga para desintoxicarnos en todos los planos, empezar a ser más flexibles y fluidos en todos los niveles de la persona y limpiar nuestras conexiones internas, los Nadis, hasta reconectar todo nuestro cuerpo y ser uno con nosotros mismos, ser uno con los demás y de ahí ser uno con el Cosmos.           
                El perdonar es infinitamente más dulce que la supuesta dulzura de la venganza.

 Gurú Constancio                                                       Atlantic City 7-6-2015

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