viernes, 29 de junio de 2018

Cuentos

Los cuentos son interesantes y a veces sirven para traernos sabias enseñanzas, que pueden ser muy útiles. Un cuento es una narración breve creada por uno o varios autores, basada en hechos reales o ficticios, cuya trama es protagonizada generalmente por un grupo reducido de personajes y con un argumento relativamente sencillo. Puede dar referencia de hechos reales o fantásticos, pero siempre partiendo de la base de ser un acto de ficción, o mezcla de ficción con hechos reales y personajes. Me gustan especialmente los que coinciden con parte de la realidad, enseñando algo profundo.

Hubo una vez, un incendio en un bosque…
Un día, hubo un gran incendio en el bosque. Todos los animales huyeron asustados, temerosos de morir quemados. Uno de ellos, un pequeño simio, subió a una palmera para ver desde lo alto cómo se quemaba la selva. Asombrado, vio cómo un colibrí pequeñito, pequeñito, volaba con gran premura hasta el lago cercano, llenaba su piquito con agua, una o dos gotas solamente,  y regresando velozmente a derramar el líquido sobre el gran fuego que amenazaba con destruirlo todo.

El monito veía con cuánto afán iba y venía el colibrí derramando gotitas de agua sobre el incendio voraz. De pronto le grito:

- ¡Eh, colibrí, no seas tonto! ¿Tú crees que con tu trabajo vas a apagar el fuego? ¡No podrás lograrlo NUNCA! Acaso no ves que las llamas son más grande que tú?

– No seas tonto animalito del Señor, concluyó el monito.

Entonces el colibrí lo miró fijamente a los ojos y le dijo:
– Mira monito, yo soy muy pequeño y tal vez no logre apagar este fuego, pero sí te diré una cosa, por lo menos hago mi parte.

Yo lo que puedo hacer lo estoy haciendo… Sé que nadie me dirá jamás que me senté a ver cómo se quemaba el bosque sin hacer nada

– ¿Me puedes decir que estás haciendo tú para ayudar? Dicho eso, el colibrí regresó a seguir con su tarea.
El monito se sintió incómodo por la lección que le dio, bajo de la palmera y corriendo fue al lago a llenar su boca y sus manos de agua; regresóal bosque y arrojó al fuego el preciado líquido…

Lo maravilloso es que otros animales al ver lo que hacían, se fueron sumando a la tarea, y juntos apagaron el fuego, salvando así su hogar”


Este cuento tiene varias posibilidades y muchas versiones. La interpretación más pesimista, y a veces sucede, es la que puede terminar donde el colibrí responde 'por lo menos hago mi parte', pero el bosque de todas maneras se quema.

Cada ser humano tiene, casi siempre, la posibilidad de elegir cómo actuar, qué hacer, múltiples posibilidades que nos presenta la vida, pero hay algo seguro que lo que hagamos, lo vea o no lo vea alguien, lo aprecie o no lo aprecie alguien, lo llevaremos con nosotros; y como dice el dicho, más vale cargar algo que valga la pena, que nos haga dignos ante la mirada del universo y no cargar algo negativo toda la vida, aunque nadie lo sepa.

La realidad parece diferente, pero no lo es. Muchas veces he visto seres humanos, especialmente miembros de la RedGFU y de la Orden del Acuarius, en cualquier parte del mundo, trabajando a la manera del colibrí, dando un ejemplo de seres humanos colaboradores con las personas y el planeta. A veces estos seres humanos se desalientan porque encuentran poca respuesta de la sociedad; sin embargo, en todas partes están surgiendo personas que colaboran con el entorno, empezando con ellas mismas y realizando una tarea para todos, especialmente con la basura que tiramos, con todo lo que contaminamos. Algunos se ponen  a juntar la basura de muchos. Los plásticos que terminan en el mar por los ríos y la lluvia ya son infinitos. He visto gente buceando juntando basura, plástico flotando en todas partes, islas de plástico y basura.

Al final, aunque a veces parece que el 'fuego no se podrá apagar' o la lucha a favor del bien común se dificulte para salir adelante, perseverando en hacer lo constructivo, con el tiempo se logran resultados que toman un buen cauce, pues los seres humanos vamos tomando conciencia.

Lo más importante es que si hacemos lo correcto, lo que nos indica nuestra conciencia, cumplimos con nuestra parte, y eso es maravilloso para nuestra alma; además, el ejemplo es algo que contagia tarde o temprano, por eso necesitamos cada día más seres humanos que actúen como el colibrí, que planten un árbol, aunque el mundo se acabe mañana…

La maravillosa magia que nace de hacer lo que se tiene que hacer, aunque cueste un gran esfuerzo, es una fuerza poderosa, especialmente si es algo que les sirve a todos, entonces la alegría y la sensación de paz y plenitud, es lo que fluye en el interior, en un ser humano que actúa como le indica su ser, pues se sirve al Gran Ser, sirviendo a otros.

Amor de pescado
Un gran filósofo, el Rabino Abrahan Twersky, enseña en su conferencia vía Internet una manera de ver el amor que me pareció fantástica.

Relata: “Le preguntaron a un muchacho, que evidentemente estaba disfrutando de comer pescado, ¿por qué estás comiendo pescado?
-       Porque amo el pescado.
-       Así que amas el pescado, ¿por eso, lo sacaste del agua, lo mataste y lo cocinaste? No amas el pescado, te amas a ti mismo y el placer que te causa comer pescado".

Casi todos los seres humanos amamos con amor de pescado, hasta que maduramos a un amor más sutil y verdadero. Mientras estamos repitiendo que amamos al “pescado”, amamos a los que son convenientes para nosotros, a los que nos hacen favores, a los que nos dan placer en cualquier aspecto.

Como era pescador, sé muy bien que es eso, pues amaba el pescado y lo comía de diferentes maneras, incluso no olvido algunas hermosas truchas que sacaba de los posos de los ríos de las sierras de Córdoba, donde me quedaba horas esperando que picaran o saltaran sobre la cucharita, el señuelo. Es que amaba las truchas, luego simplemente las mataba, las limpiaba y directo al fuego con sal y limón, así podía sobrevivir en las sierras. ¡Amaba el pescado!

La verdad es que solo amaba su sabor, mi propio placer de lograr pescarlas; sobrevivir de la pesca me causaba deleite, pero de ninguna manera era amor al pez, pues mi amor lo atrapaba, lo mataba y lo usaba de alimento. Ningún beneficio para el pez, y creía que amaba a los peces.

Así amamos a veces, de una manera totalmente egoísta, sin tener en cuenta verdaderamente al otro. Amaba a los pájaros y los cazaba y los enjaulaba para verlos, disfrutar sus formas, colores y escucharlos cantar. Muchos cantaban de todas formas, pero algunos o casi todos se entristecían en la jaula. Hasta el día que aprendí a mirar que necesitaban ellos; cuando lo comprendí, los solté a todos.

Tenía unas 250 aves en una gran jaula, donde entraba a darles de comer en la mano. Así que cada vez que escucho un pájaro libre cantar cerca, le agradezco mucho su generosidad, sabiendo que lo hace brindando su canto sin ningún interés.

Tantas veces me vi a mí mismo con ese amor inmaduro, hasta que comencé a observar, usando la meditación, la manera de amar y lo que generaba a mi  alrededor. Me dio vergüenza, pues consideraba que era “bueno”. Necesitamos aprender amar al prójimo por lo que él necesita, no porque nos satisfacen las necesidades que tenemos, sean emocionales, físicas o mentales. Sin embargo, eso es todo un aprendizaje.

Trabajando con nosotros mismos, podemos amar de una manera más completa y menos egoísta para bien de todos. Amar de la manera que nos recomendaba Jesús, aún es difícil para muchos. Ser capaces hasta de amar a los enemigos, porque ya sabemos lo fácil que es amar a los que nos aman.

Aquí cabe perfectamente traer al presente esa gran enseñanza de Jesús, ese ser humano que llegó a la conciencia Crística, que lo conecto a Dios la conciencia suprema, por eso él hablaba del amor más sublime, del que somos capaces los seres humanos siguiendo el camino del Ser.

Lucas 6
27  Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian.
28 bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan.
29 si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra. Si alguien te quita la capa, no le impidas que se lleve también la camisa.
30 dale a todo el que te pida y, si alguien se lleva lo que es tuyo, no se lo reclames.
31 traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes.
32  ¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aun los pecadores lo hacen así.
33 ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así…
En la práctica de la Para Bhakty Yoga, trabajando los 4 elementos fuera y dentro de nosotros, elevando nuestra vibración y estableciendo un diálogo abierto con la Suprema Inteligencia, te transforma todos los días un poco, lo cual ayuda mucho a desarrollar un amor más universal, en unos minutos únicos, donde fluye esa fuerza del amor que nos vincula a todos, desde la conciencia de unidad.

Gurú Constancio                                          Ashram Mundial de Coatepec 27.5.18

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