martes, 29 de septiembre de 2015

Experiencias 10

Experiencias y comentarios simples sobre el estado de trascendencia, realización o iluminación.

                 El estado de iluminación, realización o trascendencia es posible para cualquier persona, en todo momento, en cualquier lugar del planeta y por diferentes caminos. Porque es algo para lo que nacimos y seguiremos naciendo como seres humanos. Solo es cuestión de ganarse el derecho a esos estados de conciencia.

Qué es real y qué imaginación? es algo difícil de saber con total seguridad en los múltiples estados posibles de la mente; de modo que hay que moverse con la propia comprensión, aunque sea sencilla y limitada. Si es real, si proviene de lo empírico, es más valiosa que cualquier pensamiento o experiencia ajena por fabulosa que parezca.

Ken Wilber comenta algo en su escrito "Usted ya está iluminado": “La esencia del dzogchen (o maha-ati) es muy sencilla y coincide con enseñanzas  elevadas de algunas tradiciones de sabiduría del mundo, especialmente del hinduismo Vedanta y del budismo Ch'an (forma antigua del Zen). Dicho en pocas palabras: Si el Espíritu tiene algún significado, debe estar en todas partes, debe impregnarlo todo y abarcarlo todo. No puede haber un solo lugar en el que no se encuentre ya que, en tal caso, no sería infinito. Por consiguiente, el Espíritu debe hallarse ahora mismo totalmente presente en tu propia conciencia. Es decir, tú propia conciencia actual, tal y como es, sin cambio ni modificación alguna, es perfecta y está por completo impregnada de Espíritu...
… El Espíritu y la iluminación deben ser algo de lo que eres plenamente consciente ahora mismo, algo que ya estás contemplando en este mismo instante".

Hay algunas enseñanzas similares, que tienen parte de la verdad total. Al ir comprendiendo la lógica que plantean, tomamos consciencia de su valor. Aun así, ¿cómo es que no sucede fácilmente el estado de iluminación en el presente? ¿Cómo es que no lo reconocemos? Nuestro estado es extraño, pues numerosos seres humanos queremos sin ninguna duda estar iluminados, integrados a ese universo invisible, pero no es tan fácil. En realidad se puede decir que todos queremos unirnos y estar en armonía con el universo dentro y fuera de nosotros mismos, pero muchos no tienen esa necesidad o aun no la descubren.

Lo concreto es que ahí andamos. La mayoría estamos como abandonados, con la casi  permanente impresión de separación, desconectados, desprotegidos, solitarios, sufriendo, fuera de sintonía con esa inteligencia que nos dio vida y nos sostiene y alimenta permanentemente. 


Otras enseñanzas hablan de buscar la iluminación (Samadhi), de trascender lo humano por medio de un método, de superar la ilusión (maya) para encontrar el ser que somos y lograr esa unión de Atman con Paramatman, el alma individual con el alma universal. Atman es igual a la luz en nosotros, que es la Esencia principal del ser humano, el fuego Divino más sutil, la conciencia de lo sagrado actuando en la Creación. Algunas veces el término Atman es usado para denotar al Creador en su casa humana.

En el mundo hay una variedad de métodos, técnicas, caminos y todos con su parte de verdad o abarcando diferentes aspectos de lo humano. Por eso lo mejor es que cada ser humano realice su propia experiencia de la iluminación, de la manera que su esencia lo necesite y por la vía que considere necesario.

No hay ninguna duda que para las personas comunes, como este servidor y tantos otros seres humanos, que no podemos fácilmente “descubrirnos iluminados”, la posibilidad está en ir logrando pequeños estados de Satori (iluminación), a veces solo segundos de estados de darse cuenta o de ser, que con el tiempo, gracias a la perseverancia, la autodisciplina y el esfuerzo por expandir la conciencia, nos lleva al estado de iluminación en cada etapa del alma.

Puede afirmarse que te iluminas en un parto, en el nacimiento, en la muerte, en el dolor y la alegría, en la amistad profunda, en una mirada honda llena de amor, de él o de ella; en el amanecer mirando el Sol; en el amor a los hijos, a los padres, a la vida. Te iluminas al mirar y gustar una rosa o un loto cuando abre; al ver volar una libélula, una mariposa o una luciérnaga.

Te iluminas en las alas de un águila y en el canto de un pájaro. Te iluminas con la música, al pintar o danzar, si te tocan el alma. En experiencias simples como cuando miras por el hueco estrecho desde la cueva obscura en el observatorio de Xochicalco y ves la luz entrar en la chimenea, en formas diferentes por los espirales, con efectos tan extraños al trazar círculos, especialmente porque todo está oscuro, menos ese hueco que parece alimentar la vida, como un haz de luz que penetra en el alma.

Tantos instantes infinitos de iluminación que tenemos en este paraíso llamado Tierra, que no puede ponerse límites a las posibilidades de tomar conciencia de estar iluminado o iluminarse. Al final, todos los caminos conducen a integrarnos consciente o inconscientemente a esa Inteligencia Superior que somos todos, y eso si es la iluminación.

Aunque algunos piensan que la meditación no es necesaria, porque ya estamos iluminados, que solo tenemos que darnos cuenta. Cosa que es cierta, pero no es toda la verdad, pues el intelecto es una trampa de donde es difícil escapar, se nota cuando queremos llevar ese supuesto estado de iluminación a la realidad, si no funciona en la vida cotidiana, entonces solo es un engaño de la mente. Es común en los caminos hacia el Ser que nos engañemos a nosotros mismos, especialmente cuando no tenemos una referencia externa, como un Maestro que haya pasado por ahí.

Recorrer etapas de iluminación, estados de conciencia que van desde el nivel de la persona instintiva, emocional y mental hasta alcanzar el estado de “presencia activa”, el estado de la mente que sí puede lograr darse cuenta de que estamos iluminados. Es un camino que hay que recorrer en la vida diaria, y puedo asegurar que también es real que la meditación totalmente consciente, habiendo pasado por todas las etapas previas de preparación, te lleva indefectiblemente a la realización de ese estado de integración e iluminación.

Eso ocurre muchas veces en un ashram, en un momento donde en horas del día se trabajaron todos los niveles de la conciencia en lo humano y vas a tu interior usando la meditación al atardecer; entonces te lleva al silencio perfecto en el presente y ocurre lo increíble. Llega la experiencia de la existencia, la presencia del todo en lo humano, la totalidad sin contrastes, la vida en infinito presente; inclusive nos liberamos de todos los apegos humanos.

Cuando trasciendes las fronteras de tu persona y eres parte del entorno, de la naturaleza, vinculado en el mismo instante a muchos seres humanos que amas y te aman. Cuando piensas en alguien y estas con ese alguien y en muchas partes, sabiendo que tu persona está en un solo lugar. En ese estado de pequeña iluminación puede aparecer una 'sensación' extraña, la necesidad de quedarse ahí, de no querer volver al mundo, aun amando mucho y siendo plenamente feliz en él.

Muchos buscaron subir el Everest en el siglo pasado, por muchos años. Algunos trataron por las rutas más cortas o complicadas, pero fracasaron. Muchos murieron, hasta que alguien lo logró y bajó para mostrar un camino. Ahora la ruta más usada es la más larga y segura. Además, si usamos esa analogía, no hay camino corto hacia la cumbre, todos requieren un gran esfuerzo, que también incluye etapas de descanso.

Ocurre igual con la iluminación, por eso no es gratis, tampoco se la puede comprar. Ni se la regala, ni se la transfiere. Debemos subir por nosotros mismos; necesitamos ayuda sí, trabajo en equipo, que es imprescindible, pero el único que puede recorrer ese camino es cada ser humano.

La iluminación es la liberación, pero nunca termina; avanza y se expande, evoluciona y continúa. Te vas iluminando en los diferentes niveles de conciencia. Un Iniciado tiene sus momentos de iluminación, que van avanzando con el tiempo si mantiene firme el camino, la autodisciplina y especialmente el servicio que brinda a la vida, que lo hace merecedor de mayor comprensión.

Nunca está acabado y siempre está aprendiendo y expandiendo sus posibilidades de ser. El Maestro José Marcelli decía que “Un Iniciado nunca se considera terminado. Los fanatismos, los dogmas y los finales carecen de sentido para él. Es un Ser Humano que, sin dejar de apoyarse en lo humano, está siempre abierto a la Libertad. Es un Ser actual, sin ataduras con el pasado ni con el futuro. Es un Ser presente en el proceso Humano, que comparte sus experiencias con otros Seres Humanos sin perder su identidad de Ser en lo eterno.

Un Iniciado es Sagrado en el Ser y Real en lo Humano, está siempre actualizado, consciente de su proceso individual y del proceso general en el que participa con todos los Seres Humanos y la Naturaleza que les sirve de vehículo. Y también es un Ser consciente del dinamismo polarizado que mueve a la Realidad de la Naturaleza, porque ese proceso le exige equidad para mantener la conciencia de su Ser como centro individual y percibir, valorar, pensar, amar y asimilar la Realidad como medio de experimentación de las posibilidades del potencial infinito de su Ser”.

Otra manera de llamar a los estados de iluminación es trascendencia. Por definición, la transcendencia se podría describir como una experiencia interior que se caracteriza por la expansión de la esencia o de la propia persona, pues se amplifica el sentido de individualidad y nos sentimos formando una unidad con el entorno. Maravilloso estado de integración que se acompaña de un 'sentimiento' en todos los niveles de lo humano, de una profunda unión con ese ambiente, como si las fronteras de nuestra persona, aquello que nos sitúa o nos atrapa en el mundo, hubiesen desaparecido o ya no tuviera ninguna importancia.

Es otra manera de describir lo mismo, aunque las palabras no alcanzan para definirlo, pues en ese estado la mente puede estar en muchas partes y ser parte de todo lo que esté afín con uno de manera profunda. En ese estado, gran parte de lo que está afuera de uno se percibe como parte de uno o uno parte de todo.

¿Cómo puede aparecer ese estado que trasciende lo meramente personal? Elevando el nivel de vibración y armonizando con las vibraciones más finas por encima de lo humano; esas partículas más sutiles que llamamos desde tiempo muy remoto espíritu.
Volviendo a lo mismo del principio, ya eres parte de ese espíritu superior, pero ahora empiezas a vivirlo porque sintonizas con lo invisible en ti, que le da vida a lo visible.

La primera vez que pude percibir la posibilidad de algo así (ir hacia afuera de uno mismo al infinito exterior y volver luego hacia el infinito interior de uno mismo) fue con los mantras del Maestro José Marcelli, luego de muchos días de convivencia de ashram en Coatepec, con muchas disciplinas, trabajando los 4 elementos durante todo el día y entrenando todo el nivel de la persona, intentado llegar o ir hacia esa quinta posibilidad, la del Ser. Por eso puedo decir con seguridad que cualquier persona puede lograrlo si hace el esfuerzo, ya que lo traemos en nuestro potencial oculto.

Unas simples pero hermosas experiencias de ashram, para intentar describir cómo podemos ir avanzando a un estado diferente en la realidad cotidiana.
Un domingo, que es un día casi de descanso, en el Ashram Raíces dentro de un curso de Cultura Iniciática. Comenzamos también con la armonización, pues la gente presente, entusiasmada, quiso seguir con las disciplinas de la semana; luego Wu Shu y gimnasia antes de la Ceremonia, así que cuando llegamos a la práctica del rayo ceremonial, en la Para Bhakti Yoga, estábamos sensibilizados con el universo y las estrellas que observamos temprano, incluyendo las fugaces, que dejaban un rayito de luz en el interior.

Los pájaros, los aromas del lugar, las plantas... todo eso hizo que fluyera mejor. Por eso pudimos apreciar el hermoso paisaje a través del cristal del santuario, los naranjos y los perales, las aves que comían felices la fruta, las mariposas, algunas de gran tamaño, tan cerca todo del fuego que usamos de puente, donde hacemos la práctica.
El sol estaba fuerte, con el vigor del verano. Parecía adornar y acompañar lo que estábamos experimentando, esa breve unión del alma individual con el alma universal. Que fácil es ser feliz en un ashram. Al sensibilizarnos, la naturaleza comienza a expresarte amor, belleza, a reflejarte luz; en realidad siempre lo hace, siempre está conectada con nosotros, solo que generalmente no podemos captarlo.

Al terminar el Ceremonial, estábamos conmovidos y el paisaje se volvió pura luz, alegría compartida, y entonces decidimos seguir todos (luego de la comida) esa alegría en el río, nadando y jugando a la pelota. Luego un buen baño, preparatorio para unas deliciosas pizzas. Era tiempo de cine y helados.
Unos 20 hermanos que nos quedamos para el lunes, nos sentimos plenos, casi manteniendo el estado cercano al Ser, en la vida cotidiana, en familia todo el tiempo.

Empezar a iluminarse también es apreciar y disfrutar, luego de algunas disciplinas y de un rico desayuno, del paseo en grupo por la naturaleza que rodea al Ashram de Tena, para llegar a una maravillosa cascada, Cuchilla del Tambo, de unos 30  metros, cerca del ashram. Bañarse en esas aguas con tanta energía, fluctuando del fresco del agua al calor del sol.

Ahí se mira el cielo desde el fondo de un hueco grande que provocó el agua en mucho tiempo. A través de él se ven las plantas, las flores, los pájaros… Con el sol  entrando a ese espacio y luego en tu propio cuerpo, por todos los poros de la piel; con los ojos inundando de luz el alma. Además, el agua salpicándonos al rostro bendiciendo la vida, en cierto momento hasta apareció un arco iris en las infinitas gotas sobre la cascada. Agua de roca purificada por el sol y por fluir permanentemente.

Volver al ashram, entonces, asanas, bandhas, respiraciones, conciencia profunda de sí mismos, penetrar en todo lo que somos como persona y más; llegar al silencio de tu alma y quedarte ahí. Al terminar tan conectados todos, luego de una mañana tan especial, donde la cascada y el sol parecían estar dentro, saludo de Pax para finalizar, pero antes de despedirnos de ese tiempo juntos en las asanas, buscamos abrazarnos con amor y los ojos cerrados, sin mirar a quién, solo percibir almas y quedarnos así, unos momentos enlazados amándonos como familia espiritual…

Las efímeras y pequeñas experiencias de estado de ser nos sirven de referencia y podemos imaginar la gran necesidad de Sidharta Gautama, cuando deja a Kamala y se va con el Sabio barquero y se retira del mundo, dejando todo, para estar solitario meditando a la orilla del rio, bajo un árbol, sin interesarle nada, ni lo mejor que ofrece este paraiso, ni siquiera comer… hasta lograr la integración con el todo, en realidad encontrar al sí mismo más profundo, que es parte del Ser universal.

           Dios o el Cosmos siempre están conectados a nosotros, somos nosotros los que estamos o nos percibimos, desconectados de él.  S. H. Mayor José M. Estrada.




                   Gurú Constancio                                                                 Bogotá  26-9-15

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